Retenes forestales

Así trabajan los retenes forestales de la Comunidad de Madrid para luchar contra incendios

Las brigadas de retenes forestales están formadas por trabajadores altamente entrenados y están preparadas para salir a combatir el fuego.

Los siete retenes forestales preparados para combatir el fuego

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En la Comunidad de Madrid, cuando el riesgo de incendios es alto, 25 retenes forestales están siempre listos para actuar. Estas brigadas, formadas por trabajadores forestales altamente entrenados, están preparadas para salir a combatir el fuego en cualquier momento del día. Un equipo de Antena3 Noticias ha tenido la oportunidad de conocer de cerca cómo trabajan estos equipos, visitando la Base de Incendios de Galapagar, situada a 35 kilómetros de la capital.

Al llegar, el equipo fue recibido por un retén compuesto por siete trabajadores forestales. Estos profesionales se encontraban en su caseta de madera, equipados con trajes de extinción de colores verde y amarillo y botas ignífugas negras. En los vestuarios, se podían ver sus chaquetas y cascos listos para una intervención inmediata. Todos ellos estaban sentados en los bancos, atentos al briefing del responsable . "Ayer tuvimos 3 incendios y hoy las condiciones son muy parecidas. Tenemos el día un poco complicado", les informaba.

El equipo forestal escuchaba con atención el parte meteorológico y recibía toda la información sobre los incendios y su posible evolución en las próximas horas. Además, durante esta reunión se distribuían las tareas de cada uno. "El punta de lanza va a ser Adrián", asignó el responsable al compañero encargado de llevar la cabeza de la manguera durante el incendio, controlando así el flujo de agua necesario para apagar el fuego.

Mientras no reciben avisos de incendios, los miembros del retén se dedican a entrenar para mantener su preparación física y técnica. Marta Jerez, jefa de Servicio de Incendios Forestales de la Comunidad de Madrid, acompañó al equipo de noticias durante su visita y explicó: "Es crucial que estén activos por si tienen que salir, pero sin hacer demasiado esfuerzo, para que estén descansados y listos para una intervención real".

Los brigadistas se suben a la bomba forestal pesada, un vehículo con un depósito de 3.000 litros de agua, y se dirigen por los caminos de Galapagar hacia lo alto del monte, a unos 15 kilómetros de su base. Desde allí, lo primero que hacen es comprobar si hay alguna columna de humo en la zona, indicio de un posible incendio. Si no detectan ninguna, comienzan su práctica, realizando una simulación de incendio forestal.

"Vamos a hacer un tendido hacia abajo", les indica el responsable mientras los brigadistas comienzan a desplegar tramos de manguera. "¡Agua cuando puedas!", solicita el punta de lanza al conductor, quien inmediatamente abre la llave y permite que el agua comience a fluir. Los siete brigadistas se mueven con rapidez y coordinación. "Vale, estoy, ¡corta!", dice otro de ellos, marcando el final de la práctica.

Tras la simulación, el equipo recoge todo el material, enrollando cada tramo de manguera. Deben asegurarse de que todo esté en su lugar por si de repente reciben una llamada de emergencia a través de sus walkie-talkies: "¡Diríjanse a la zona!", a lo que responderían: "¡Recibido, nos activamos!". En ese momento, dejarían todo para ir a combatir un incendio real.

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