La causa de la muerte de la pequeña Mari Luz Cortés fue "asfixia mecánica por sumersión" lo que es compatible con una sumersión vital, es decir, que estaba viva cuando llegó al agua, según la autopsia practicada en su día al cadáver por miembros del Instituto de Medicina Legal de Huelva, que duró nueve horas.
Los médicos forenses que practicaron la autopsia han prestado este miércoles declaración en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Huelva, y han indicado que la aparición de diatomeas -microalgas en suspensión en el agua- en la médula ósea del cuerpo de la menor, significa que el individuo ha respirado el agua en el que se encuentran, y por tanto, el torrente circulatorio estaba activo.
Con respecto a la data de la muerte, han precisado que se produjo en un período igual o superior a cuatro semanas antes de su hallazgo flotando en la ría de Huelva el 7 de marzo, y han indicado que "no hay datos que impidan decir que la niña falleciera el día de la desaparición o unos días más tarde".
Esa aproximación temporal viene por la aparición en el cadáver de la "adipocira", un fenómeno de detención del proceso de putrefacción cadavérico que consiste en la transformación de la grasa contenida en el cuerpo en jabón deteniendo con ello la descomposición -saponificación- y que necesita de unas condiciones de humedad muy precisas y que la muerte se haya producido inmediatamente "antes o después" de la entrada en contacto del cuerpo con el agua.
El fenómeno se da en aguas con una temperatura de entre 31 y 45 grados, remansadas y no estancas y es muy característicos en niños que han estado en inmersión.
En este sentido, concluyen que en el estado en el que se halló el cadáver éste estuvo de forma prolongada en un medio acuático de "poca profundidad y boca abajo", lo que confirma que las partes anteriores estuvieran en contacto con el agua y las posteriores con corrientes de aire, y en un lugar que coincide con las características que presenta el Estero del Rincón, donde se supone que Santiago dejó el cuerpo.
Con respecto a otros análisis, han concluido que las contusiones perimortales -próximas al momento del fallecimiento- que presenta el cuerpo en la cabeza "no tienen relación causal con la muerte" si bien podrían haberle causado inconsciencia y las del hemitorax izquierdo podrían ser compatibles con "unas manos que agarran fuerte".
Asimismo, se descarta que la menor fuera objeto de una agresión sexual, si bien no es posible determinar si sufrió tocamientos u otro tipo de abusos sexuales no agresivos.