Galicia

El Ayuntamiento de Santiago incrementa el control a los ciclistas que entran en el casco histórico

En sentido contrario, sin respetar las señales y circulando por las aceras. Como vehículos que son, las bicicletas no pueden circular por el casco histórico compostelano, pero no todos respetan las normas.

Hombre en bicicleta

Hombre en bicicletaFreepik

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No tienen motor y no hay que sacarse un permiso para conducirlas, pero las bicicletas -por obvio que pueda resultar la afirmación- son vehículos. Con todo, quienes las conducen, no siempre parecen tenerlo claro.

Esto se está viendo reflejado de un tiempo a esta parte en Santiago de Compostela, donde cada vez la afluencia de bicicletas es mayor y, por desgracia, también las infracciones. Hacer el Camino sobre dos ruedas se ha puesto de moda en los últimos tiempos, pero es importante tener claro qué se puede hacer y qué no cuando llegamos a nuestro destino pedaleando.

Circular por el casco histórico está prohibido

En primer lugar, hay que respetar las señales de circulación cuando nos subimos en una de ellas. He aquí una de las cosas que trae de cabeza a los vecinos de la zona de Concheiros, en la capital gallega.

Muchos de los que llegan hasta aquí, la mayoría de ellos peregrinos, circulan en dirección prohibida por la calle de San Pedro haciendo caso omiso a las señales de tráfico. "Parece como si no fueran conscientes de que viajan en un vehículo, como si la señal no fuera con ellos", dicen algunos vecinos.

De ahí que los controles por parte de la Policía Local se hayan visto incrementados. Los agentes controlan la zona, sobre todo, a primera hora de la mañana y última de la tarde que es cuando más afluencia de ciclistas hay. El objetivo es informar y disuadir, pero si no queda otra llegan las sanciones.

Además de no tener claro cuál es la ruta que se debe tomar, otro de los grandes problemas es la entrada en el casco histórico, donde está prohibido circular. Algunos vecinos además se quejan de que la infracción se convierte en todo un peligro debido a las velocidades que llegan a alcanzar a veces en estas zonas peatonales.

Los propios residentes son los que muchas veces llaman la atención de estos peregrinos y, aunque en ocasiones toman nota y desisten de sus prácticas, otras reciben como respuesta malas palabras.

El ayuntamiento espera poder reducir estas prácticas a base de información y pedagogía, aunque a veces no queda otra que tirar de sanción.

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