Delincuencia
Los bocadillos de las monjas atraen la delincuencia en el barrio sevillano de San Marcos
Los vecinos de este céntrico barrio sevillano denuncian la falta de seguridad en sus calles. Aseguran que la labor social que realizan las monjas del convento de Santa Isabel atrae a numerosos sintecho. Por su parte, desde el convento defienden el reparto de comida y que la falta de seguridad no es su competencia, sino del Ayuntamiento.
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Solo hay que echar un ojo a las redes sociales de la Asociación de Vecinos de San Marcos para ver que llevan meses y meses denunciando el deterioro de su barrio. "Tirón hace veinte minutos en plaza de San Marcos, calle Vergara. Un motorista que venía de la Plaza de Santa Isabel ha robado salvajemente a una chica" o "En este mes me han robado dos veces. Casi nadie de mi entorno se salva de un robo. Negar que la Plaza de Santa Isabel es un foco de criminalidad y negar el efecto llamada que provoca el convento es negar la realidad. El Ayuntamiento de Sevilla tendrá que tomar cartas, digo yo" son ejemplos de algunos de los tuits de denuncia de los vecinos.
Principalmente, protestan de cómo ha ido en aumento la inseguridad en la zona. Numerosos robos, consumo y venta de droga, altercados... Todo ello llevado a cabo por un creciente número de indigentes que deambulan por las calles y que incluso 'acampan' para pasar la noche en las aceras y en los portales.
La cuestión es que achacan al reparto de comida que realizan las monjas del convento de Santa Isabel este aumento de la marginalidad. Según los vecinos, la entrega de bocadillos que efectúan en la congregación por las mañanas atrae a decenas de indigentes que luego se queden deambulando durante todo el día por el barrio. Esto, además, provoca un 'efecto llamada' a pequeños traficantes de droga que ven en los usuarios de este servicio a potenciales clientes.
En un artículo publicado en 'Diario de Sevilla' uno de los vecinos asegura que "luego vemos los bocadillos tirados por la calle e incluso ha habido robos en los que se han llevado algún material y han dejado el bocadillo. Creemos que debe controlarse quiénes son los usuarios, saber si de verdad son necesitados y, sobre todo, pedirles una identificación". Los residentes aseguran que no se oponen a la labor social siempre y cuando, al menos, se identifique a los beneficiarios.
Una labor destinada a personas que "parecen no existir para nadie"
Por su parte, desde el convento defienden el reparto de comida como una labor destinada a personas que nada tienen y que parecen no existir para nadie. Por ello, en una carta remitida al Ayuntamiento, de la que también se hace eco 'Diario de Sevilla', la superiora de Santa Isabel considera improcedente que por parte de los vecinos se pretenda eliminar esta entrega que "no es un mero reparto de bocadillos sin ton ni son, sino que es una atención que quiere ser personalizada". "Escuchamos al necesitado, hablamos con ellos, damos consejo cuando nos lo piden. Y ellos se sienten que al menos cuentan para parte de la sociedad", explica en la misiva.
En dicha carta la superiora hace hincapié en que la cuestión de la inseguridad no es competencia de la congregación: "La actividad del convento empieza y acaba con el reparto de bocadillos. Queremos decir que lo que ocurra de puertas para fuera es un problema de gestión municipal, con quien queremos colaborar, pero no a costa de anular la actividad. De la misma manera que los servicios municipales gestionan los problemas o las repercusiones de un acontecimiento deportivo o musical, por ejemplo, más allá del recinto donde tenga lugar esa actividad, entendemos que corresponde al Ayuntamiento hacer una buena gestión para minimizar los problemas sin deshumanizar la sociedad".
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