Miguel Roldán lleva cinco años dedicando sus vacaciones a labores humanitarias en el Mediterráneo, en situaciones límite. En 2017 trabajó con la ONG alemana Jugend Rettet cerca de las costas de Libia y ahora, la Justicia italiana le acusa a él y a sus nueve compañeros de trata de seres humanos, un delito penado con hasta 20 años de cárcel.
Su función fue interceptar todos los botes que salían de la costa libia, pues sus embarcaciones eran incapaces de cruzar el Mediterráneo. "Un trayecto que era imposible de recorrer en las embarcaciones que esta gente utilizaba. Condiciones que hacía que se adentraran a una muerte segura sino lo interceptábamos", señala.
Reconoce que se siente "muy orgulloso de ese proyecto" porque salvaron "muchas vidas". "Con esto no quiero sentirme ni un héroe ni un mártir, yo esto lo he hecho porque creo que es mi granito de arena", añade.
"A consecuencia de esa misión, en la que solo hicimos una labor humanitaria de salvar vidas, se me está acusando de hasta 20 años de prisión. No me queda otra que hacer un llamamiento a las instituciones y a la sociedad para pedir ayuda porque veo injusto lo que están haciendo conmigo y creo que al final los verdaderos damnificados de todo esto son las personas que se quedan sin ayuda en el Mediterráneo", reclama.
"Gracias por vuestro apoyo, sentirme respaldado en estos momentos es muy importante. No me siento un héroe ni un mártir, lo hice por aportar mi granito de arena", explica en un vídeo.
Sus compañeros le animan, pero sólo en abogados, el caso puede costar 150.000 euros. Miguel pide ayuda y auxilio de las autoridades. Si no cambia nada, el juicio podría celebrarse a finales de año.
Su caso recuerda al vivido por Open Arms el pasado año, cuando Italia inmovilizó uno de sus buques y le acusó de promover la inmigración ilegal.