Fachada principal del centro de Cáritas Interparroquial en Elche

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informe 'Análisis y perspectivas 2017. Desprotección social y estrategias familiares'

Cáritas denuncia que siete de cada diez hogares no perciben aún los efectos de la recuperación económica

Los hogares con mayor debilidad son los que tienen menores entre sus miembros (68%), familias monoparentales (62%) y las familias numerosas (81%) y también aquellos en el que el principal sustentador es joven, tiene estudios secundarios o es extranjero.

El 70% de los hogares no perciben que les hayan llegado los efectos de la recuperación económica y, en el caso de los que están por debajo del nivel de la pobreza -los que sufrieron más la crisis-, nueve de cada diez no experimenta que esta nueva coyuntura haya mejorado sus condiciones de vida. Esta es una de las principales conclusiones del informe 'Análisis y perspectivas 2017. Desprotección social y estrategias familiares', de la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), que ha presentado Cáritas.

"No podemos decir que estamos en una situación donde el crecimiento económico ha llegado a las familias y, especialmente, no les ha llegado a las más pobres. Hemos empobrecido la pobreza", ha recalcado el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora. El informe demuestra, según Mora, que crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo social, ya que por sí solo "nunca ha evitado ni nunca evitará la pobreza", y ha considerado que "cuando algunos políticos dicen que la mejor política social es el crecimiento económico no están diciendo la verdad".

A través de 17 indicadores se ha medido la denominada "red de seguridad" de los hogares, es decir, su capacidad para afrontar situaciones adversas futuras. Y la encuesta -realizada en el primer trimestre de este año a más de 1.300 hogares de las 17 comunidades autónomas- revela que ese "colchón" es peor ahora para la mitad de las familias (50,1%), especialmente en lo que se refiere a la capacidad de ahorrar (el 60% viven sin tener nada ahorrado o con un nivel tan pequeño que no podrían resistir más de uno o dos meses). Los hogares con mayor debilidad son los que tienen menores entre sus miembros (68%), familias monoparentales (62%) y las familias numerosas (81%) y también aquellos en el que el principal sustentador es joven, tiene estudios secundarios o es extranjero.

El director técnico de Foessa, Francisco Lorenzo, ha alertado del riesgo que tenemos como sociedad de acostumbrarnos a la precariedad y "pensar que nada va a cambiar", tal y como refleja el hecho de el 47,1% de los encuestados cree que dentro de cinco años estará igual y un 26% cree que su situación empeorará. En el mismo sentido, Mora ha lamentado que la situación de los hogares en pobreza y exclusión no sean noticia y ha advertido de que "lo hemos naturalizado, nos parece normal que esto pase; somos una sociedad que hemos bajado los brazos y hemos normalizado que la gente lo pase mal y que atentar contra los derechos humanos sea algo pragmático y necesario".

La desconfianza en la participación social y política es otro de los aspectos que también refleja la encuesta y son precisamente los sectores más vulnerables los que perciben en mayor medida que no es útil para mejorar sus condiciones de vida: para el 75% votar no sirve, para el 56,9% asociarse y para el 61,2% la movilización tampoco.

El informe constata que casi el 58% de los hogares aseguran que a la hora de necesitar ayuda la reciben con más intensidad de entidades sociales como Cáritas o Cruz Roja que de los servicios sociales de ayuntamientos, comunidades o Gobierno central. Además, los hogares con mayores recursos y capacidades cuentan con mejores apoyos institucionales.

"Esta es la paradoja de la pobreza: cuánto más pobre eres menos atención mereces", ha denunciado Mora. La familia y los amigos siguen siendo uno de los principales apoyos cuando se están pasando dificultades. Así lo perciben siete de cada diez hogares. En el caso de los que están por debajo del umbral de la pobreza, solo la mitad de ellos contarían con familia y amigos que respondieran ante la necesidad de ayuda. Y a mayor nivel de estudios es más probable prestar y que te presten apoyo.

Entre las estrategias adoptadas por las familias para hacer frente a las dificultades, un 70% ha reducido el consumo de energía y un 40% ha aceptado empleos mal pagados o sin contrato. En más de un millón y medio de familias se ha producido la vuelta a casa de algún hijo que no podía mantenerse independiente. "Se ha logrado parar la extensión de la pobreza, pero la intensidad y la cronicidad de la misma se han intensificado", ha concluido el secretario general de Cáritas.

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