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INA INDARRETA EJERCE DESDE HACE 35 AÑOS
La carta de denuncia de una médico de Atención Primaria: "Estoy desbordada"
"Hoy es un día de trabajo como cualquier otro de los últimos años", comienza la carta en la que una doctora explica que tiene diez minutos para ocuparse de cada paciente. "Os aseguro que quiero trabajar; que me gusta mucho mi profesión", pero "hoy me he sentido especialmente desbordada y me ha surgido la necesidad de escribir esto para que se conozca la situación".
La doctora Ina Indarreta es médico de Atención Primaria en el País Vasco. Ejerce desde hace 35 años y ha decidido escribir una carta, principalmente dirigida a sus compañeros de trabajo, en la que denuncia sus condiciones de trabajo.
"Hoy es un día de trabajo como cualquier otro día de los últimos años en el que faltan varios médicos por diferentes razones y concretamente hoy faltan 3 de los 8 de turno de mañana y ninguno está sustituido. Por añadidura, de los otros 5, 3 se han incorporado recientemente de sus vacaciones y tienen acumulación del trabajo pendiente no resuelto en su ausencia, porque también han sido pobremente o nada sustituidos.
Empiezo la jornada a las 8:00 h con una agenda completa con 10 minutos por paciente. Para las 9:30 h de la mañana he atendido además 3 consultas extras urgentes; la primera telefónica en la que ante sospecha de un problema serio de una paciente de mi cupo (sepsis de origen urinario) la he derivado al hospital sin pasar por el domicilio, como me hubiera gustado, para valorarla y explicárselo personalmente.
La segunda, paciente de otro cupo médico que acude por dolor torácico que felizmente no ha sido grave pero ha requerido indagar en todo su historial clínico electrónico, tarea harto difícil con frecuencia y además pruebas complementarias que llevan tiempo. La tercera, también paciente de otro médico, una mujer de 78 años con mareo; creo que coincidiréis conmigo en que el mareo es de los motivos de consulta más difíciles, sobre todo en un/a paciente que no conoces porque para su diagnóstico de puede requerir un recorrido por casi todos los aparatos-órganos y su causa puede ser desde leve a muy grave. También ha requerido pruebas complementarias y una revaloración.
Como podréis comprender, todas estas consultas han precisado bastante más tiempo que 10 minutos aún con la inestimable colaboración de la enfermera del equipo. Cuando llevaba un retraso de 45 minutos, me apuntan otra cita extra para ajuste de una pauta de sintrom de un paciente pluripatológico también desconocido para mí por ser también de otro cupo médico y que está fuera de rango normal. Esto, aunque parezca sencillo para el que no lo maneja, con frecuencia supone repasar la historia para actuar en consecuencia.
En el resto de consultas atendidas durante la mañana, se repite lo que cada vez es más frecuente, es decir que cada paciente consulte por varios motivos así como tener cita para uno pero "de paso" consultar por otro/otros familiar/es o suplir una tarea correspondiente a un especialista pero que hoy está ausente. También me ha tocado y no es nada fácil, sentirme "contracorriente" al explicar que no es necesario determinar la PSA si no hay síntomas o que el colesterol, en sí mismo, no es tan grave como lo quieren hacer parecer.
Como también es habitual, no han faltado consultas por motivos burocráticos: hoy me ha tocado hacer un informe para una profesora que precisa justificar la dependencia de su madre para poder ayudarle y paliar así sus limitaciones o el papeleo a mano y por triplicado para alargar una baja laboral de Muface. Otro día, por ejemplo, puede ser el justificante de una ausencia al trabajo solicitada por la empresa cuando el propio encargado lo envió a casa por un malestar por el que ni siquiera le has visto u otros despropósitos burocráticos que suponen una pérdida de tiempo medica que debería dirigirse a otras actividades más propias de nuestra profesión.
Una vez terminada la consulta he acudido al domicilio de 2 pacientes de 87 y 89 años, crónicas domiciliarias pluripatológicas complicadas, esta vez de mi cupo, pero que otro día podrían ser avisos domiciliarios de pacientes de médicos ausentes no sustituidos. Me ha llevado bastante tiempo porque una de ella se niega al ingreso hospitalario planteado por no responder según lo esperado al tratamiento por descompensación de su enfermedad respiratoria avanzada.
Yendo de vuelta al centro de salud, me llaman para otro aviso domiciliario. Ya son las 14:30 h. Esta vez se trata de una paciente, también por suerte de mi cupo, de 92 años con un deterioro progresivo hace unos 2 meses. Al verla creo que ha llegado a la fase final de su vida. Plantear la terminalidad a la familia y atenderla a domicilio con la calidad que se merece, no siempre es fácil y desde luego requiere tiempo y destreza.
Durante la mañana, he sabido por correo que la jefatura no ha admitido, sin dar una explicación, una propuesta planteada por los médicos del centro sobre cómo mejorar la gestión del control de anticoagulación que está alterando además de a nosotros, al personal de enfermería, cita previa y a los pacientes. Esto no me ha ayudado a sentirme mejor desde luego.
Hoy, por suerte, no ha llegado un nuevo protocolo de considerable nº de páginas o nuevas instrucciones en la que tal o cual nos explican/exigen cómo quieren que hagamos las cosas sin que haya correo de vuelta para opinar, discrepar o aceptar.
Se afirma repetidamente y en distintos ámbitos, que la Atención primaria es la puerta de entrada al sistema y que además de su tarea asistencial debería hacer atención comunitaria, docencia e investigación.
Hoy, como otros muchos días, no he podido sacar tiempo para estudiar el caso de una persona con una consulta compleja que me ha planteado muchas dudas y a las que quiero dar una respuesta. Para ello me he traído el trabajo a casa. Tampoco he tenido tiempo de leer la evaluación que ha hecho un compañero sobre un estudio de investigación en el que estoy participando. También lo he traído a casa. Tampoco he podido leer las alertas bibliográficas a las que estoy suscrita para estar al día.
Os aseguro que quiero trabajar; que me gusta mucho mi profesión; quiero ser verdadera puerta de entrada al sistema; que quiero respetar el deseo de no ingresar y morir en casa, plantear la terminalidad y atenderla, escuchar los problemas que causan esa ansiedad por la que consulta una persona, estudiar y procurar estar al día, reunirme con los compañeros para sesiones clínicas o para mejorar la gestión, hacer un buen seguimiento de los tratamientos y un largo etc. Lo he hecho durante años y cualquiera lo puede constatar.
Ahora no puedo hacerlo con calidad porque no tengo suficiente tiempo ni reconocimiento que me anime a seguir mejorando. También quiero dejar de hacer tareas que entiendo que no deberían corresponder ni al/a médico/a y muchas veces ni al sistema sanitario.
Hoy me he sentido especialmente desbordada y me ha surgido la necesidad de escribir esto para que se conozca la situación. Creo que no estoy sola; creo que muchos compañeros comparten este sentir conmigo. Desde aquí invito a cualquier directivo que tenga responsabilidad de gestión y toma de decisiones a que pase una o todas las mañanas que quiera conmigo. Conocer la realidad nos acercará y siempre mejorará la perspectiva que se tiene sobre el papel o desde la distancia de los despachos."
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