Los guardias civiles y sus parejas agredidas en Alsasua durante la declaración

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llevaba dos décadas viviendo en la ciudad

La carta del padre de una de las víctimas de Alsasua: "¿Qué haría cualquier padre viendo que sus vecinos han golpeado a su hija?"

En esa carta el padre de María José, una de las jóvenes agredidas en Alsasua explica los motivos de su partida y cómo ha sido su día a día tras las agresiones. No se explica cómo sus propios vecinos pudieron pegar a su hija "por ser la novia de un guardia civil".

El padre de Maria José, la pareja de uno de los guardias civiles que fueron agredidos en Alsasua, ha decidido abandonar junto a su familia la localidad vasca debido a las presiones a las que se han visto sometidos desde que se produjeron las agresiones. Asegura que no se explica cómo sus propios vecinos pudieron pegar a su hija "por ser la novia de un guardia civil".

En una carta a la que ha tenido acceso Antena 3 Noticias, el padre explica los motivos de su partida. Llevaban dos décadas viviendo allí y a cargo de un bar en la localidad navarra pero dice que´él y su familia ya no pueden más.

"Alsasua es el pueblo que nos acogió cuando llegamos desde Ecuador hace casi 20 años. Mis hijos han crecido aquí y lo sienten como suyo: Alsasua es su pueblo. Siempre nos hemos mantenido al margen de las cuestiones políticas. No nos involucrábamos en nada, simplemente hacíamos nuestra vida como cualquier otra familia.

Las cosas empezaron a cambiar cuando María José comenzó a salir con Óscar. Al principio pensamos que las miradas y los comentarios eran cosas de pueblo, pero la noche en la que les pegaron, todo cambió. Nunca pensé que nuestros propios vecinos pudieran pegarle a mi hija por ser la novia de un guardia civil. ¿Qué haría cualquier padre viendo que los hijos de sus vecinos, en masa, han golpeado a su hija? Yo opté por mantener la calma y seguir viviendo de la mejor manera posible, pero nada volvió a ser igual. Ella y nosotros nos hemos llevado la peor parte de todo lo que pasó.

Mi hija pasó la peor época de su vida sola: tuvo que irse de Alsasua para que pudieran empezar a darle tratamiento psicológico. Su madre y yo sufrimos las consecuencias desde dentro: dañaron una máquina de bolas del bar y golpearon nuestro coche; nos colocaron pegatinas y pancartas en la puerta de nuestra casa; nos gritaban desde la acera cosas como "traidores", "fuera de aquí" o "el pueblo no perdona"; nos hicieron el vacío. Una pequeña parte del pueblo nos apoya, pero lo hace en silencio y yo les comprendo: lo que estamos viviendo no se lo deseo a nadie.

Las familias de los agresores dicen que invitan a los ciudadanos que quieran a vivir en Alsasua, que aquí se vive bien. Se les olvida decir que aquí solo se vive bien si piensas como ellos, si te pliegas a sus ideas. Mi hija solo podría seguir viviendo aquí si hubiera dejado a su novio. Pero yo la eduqué en la libertad de elección, la misma libertad que ellos nos niegan. Hoy ni mi familia ni yo somos libres: vivimos con miedo y, desde que salió la sentencia, vivimos escoltados. Esta situación nos está pasando factura y hemos decidido que tenemos que ponerle fin: nos obligan a irnos de Alsasua.

Los vecinos del pueblo que nos acogió nos obligan a volver a hacer las maletas y a empezar de nuevo. Pero hemos preferido poner en venta nuestra casa antes que nuestra dignidad. Nos iremos, sí, pero con la cabeza alta y con el convencimiento de que solo hemos defendido a capa y espada una cosa: la verdad."

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