La clínica que practicó un aborto fallido a una joven que finalmente acabó dando a luz, negligencia por la que han sido condenados tanto el centro como el médico, obligó a la afectada, una vez le comunicaron que seguía embarazada, a firmar un documento en el que le atribuían la responsabilidad del fracaso en la intervención, con la intención de exonerarse de cualquier eventual obligación a la que tuvieran que hacer frente, como finalmente ha sucedido tras prosperar la demanda que interpuso Tamara P.S.
Así aparece reflejado en la sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Palma, que ha condenado al doctor y a la clínica a abonar 150.000 euros por daños morales y 270.000 euros por negligencia médica y profesional en favor de la joven y su hijo Aarón. Según plasma la resolución, el centro se comprometió a devolverle los 400 euros que había abonado por la operación, con la condición de que rubricase el documento por el que "casi bajo coacción" asumía la responsabilidad en los hechos.
"No se vislumbra que el hecho de que Tamara continuara con su embarazo sea decisión de ella", asevera en los fundamentos jurídicos el juez Francisco José Pérez, autor de la sentencia, quien relata que, tras serle practicado el aborto -en abril de 2010- y después de que le dijeran que había resultado satisfactorio -en mayo-, la joven acudió a la clínica el 20 de agosto para que le practicasen una segunda interrupción por creer estar nuevamente encinta, cuando en realidad se trataba del mismo embarazo.
Y es que, efectivamente, una vez allí el médico que meses antes le había practicado el aborto, Enrique Rolando K.N., le dijo que estaba esperando un hijo y estimó que la edad gestacional superaba las 22 semanas, excediendo así el plazo legal para abortar, ante lo cual "no podía hacer Tamara otra cosa más que continuar con el embarazo", pues "no le cabía otra opción legal" pese a que "su firme decisión era abortar, razón por la cual fue a la clínica el 20 de agosto". Todo ello a pesar de que finalmente se demostró que en realidad estaba de 20 semanas, lo que se supo una vez había tenido al niño.