La imagen de largas colas de bañistas, ataviados con neveras, sombrillas y bolsas de playa se repite cada día para acceder a la la cala de Begur, en Girona. Su aforo se ha limitado por el coronavirus, la playa abre al público a las 9 de la mañana y algunos llegan hasta con dos horas de antelación para poder coger sitio.
Aquí se madruga más que para ir al trabajo: "Nos hemos levantado a las seis, espero que podamos entrar porque ayer nos quedamos sin sitio" nos confiesa uno de estos bañistas.
A las nueve en punto de la mañana abren las puertas de acceso a la cala pero un vigilante va contando, una a una, las personas que van entrando. El aforo es de 180, así que en menos de media hora la playa queda cerrada a los veraneantes.
"Aforo completo"
Muchos bañistas cogen su coche y dan media vuelta, otros insisten en volver un par de horas después para ver si alguien se ha marchado y tienen suerte. Algunos dicen sentirse "desesperados" y hay quien opta por pasar su día de playa en otro lugar.
La cala de Begur se llena todos los años, casi sin que se vea la arena, pero ahora el aforo es cinco veces menor, y hay que respetar las distancias de seguridad entre familias y personas.
A tenor de las imágenes, parece que el baño en la cala vale su peso en oro, es una de las más solicitadas de la Costa Brava.