Educación
¿Cómo educar a nuestros hijos para convertirlos en adultos estables y felices?
Ser padres implica un reto permanente, el de educar a nuestros hijos/as. Tarea que, normalmente, hacemos en base a nuestra propia experiencia familiar o tomando como referencia situaciones cercanas de otros padres y madres con hijos de edades similares.
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Parece que los jóvenes de ahora son poco reivindicativos, poco solidarios y con un ego desbordado. No creo que debamos generalizar ni etiquetar a toda una generación, pero es verdad que muchos padres no saben dónde ni en qué momento fallaron en la educación de sus hijos.
Si ustedes, queridos lectores, son padres incipientes y quieren hacer las cosas bien, deben tener en cuenta estos dos aspectos:
La primera es cómo aplicar normas y límites a nuestros hijos
Las normas marcan la organización necesaria para que una familia funcione y sirven para que los niños y niñas aprendan qué está permitido y qué está prohibido.
Los límites transmiten al niño/a hasta dónde puede llegar y le aportan seguridad para enfrentarse a un mundo. También les ayuda a desarrollar, de forma progresiva, la tolerancia a la frustración, es decir, la capacidad para poder asimilar el sentimiento de frustración que provocará el hecho de que no siempre les salgan las cosas como les gustaría.
¿Cómo debemos aplicar estas normas y límites en función de la edad?
Cuando los hijos son pequeños….
La indicación de las pautas ha de ser directiva, porque en este periodo la moral es básicamente externa. Inicialmente, el niño cumple la norma, no porque la vea razonable, sino porque es impuesta. Aprende que es algo que hay que hacer si quiere conseguir su objetivo (alabanzas, sonrisas…), pero lo hace porque se lo mandan, no porque lo considere conveniente.
Sin embargo, es aconsejable comenzar desde edades tempranas a explicar “el por qué” de cada norma, para que, progresivamente, comprendan su significado social.
Deben ser normas claras y consistentes. Cuanto más clara sea la norma, más seguridad tendrá el niño en su comportamiento y en su relación con el entorno.
A medida que los hijos van creciendo…
Se debe tratar de llegar a un acuerdo sobre las normas, que satisfaga tanto a padres como a hijos, pero en el caso de que no sea posible alcanzar un acuerdo, es fundamental señalar que siempre prevalecerá el criterio adoptado por los padres.
Cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia surgirá el enfrentamiento a la norma y hay que ser capaz de argumentar los motivos y hacer ver la necesidad de la norma.
En la adolescencia es aconsejable la negociación de las normas accesorias, esto nos permitirá, por un lado, conseguir un grado aceptable de cumplimiento, y en segundo lugar, enseñar a nuestro hijo a tomar decisiones y a considerar los pros y contras de cada opción.
Tener una comunicación efectiva y afectiva con los hijos
En toda comunicación con los hijos, los padres deben evitar estos nueve mandamientos a la hora de hablar con ellos:
1. Repetir e imponer, en especial a los adolescentes. Por más que la repetición sea una buena forma de aprendizaje, cuando los hijos son adolescentes, es inútil repetir algo que ya se ha dicho con frecuencia y que no da buen resultado. Imponer es dar información sin dar cabida a otras opiniones o ideas. Repetir e imponer hace que los adolescentes dejen de escuchar o se pongan a la defensiva o se sientan resentidos.
2. Interrupciones. Cuando los hijos estén hablando, los padres deben darles la oportunidad de terminar lo que están diciendo antes de contestar. Los niños que sienten que no son escuchados, pueden dejar de tratar de comunicarse con sus padres.
3. Críticas. Los padres no deben criticar globalmente los sentimientos, las opiniones o ideas de sus hijos. Cuando sea necesario, los padres deben criticar cierta conducta, o determinada idea, pero no criticar al niño mismo. A menudo los hijos miran esta crítica como un ataque a su amor propio.
4. Recordar el pasado. Una vez que el problema o conflicto se ha resuelto, los padres deben tratar de no mencionarlo otra vez. A los hijos se les debe permitir volver a empezar.
5. Usar sarcasmo. Los padres están usando sarcasmo cuando dicen algo que no quieren decir, o insinúan lo opuesto a lo que dicen por el tono de su voz. Un ejemplo sería un padre diciendo “Oh, qué gracioso eres” cuando un niño rompe algo. El sarcasmo hiere a los niños y nunca sirve cuando los padres tratan de comunicarse efectivamente con sus hijos.
6. Decir a sus hijos cómo resolver sus propios problemas, en lugar de dejarlos que busquen y encuentren soluciones a sus problemas. Estos niños pueden acabar creyendo que sus padres no tienen confianza en ellos.
7. Humillar a los niños, haciéndoles sentirse de menos. Las humillaciones toman diferentes formas, como nombres ofensivos, ridiculizar, culpabilizar, etc. Los niños que son humillados por sus padres a menudo se sienten rechazados, no amados, e incapaces.
8. Amenazar. Las amenazas rara vez son efectivas. A menudo hacen que los niños se sientan sin poder y se resienten con sus padres. Se rebelan.
9. Mentir. Los padres deben de tratar de ser francos y honestos con sus hijos. Esto hará que sus hijos también sean francos y honestos con sus padres. Mentir puede causar desconfianza.
10. Negarles sus sentimientos. Cuando los niños les dicen a sus padres como se sienten, “me siento triste” o “decepcionado” los padres no deben de tomarlo a la ligera. Los padres siempre deben demostrar apoyo y comprensión cuando se trata de los sentimientos de sus hijos.
Educarbien es un trabajo y no es fácil ya que a menudo chocamos con los deseos de nuestros hijos y con su pena por no conseguir lo que quieren. Pero les aseguro que si desde pequeños los niños generan buenos hábitos llegarán a una adolescencia con las peculiaridades de la edad, pero en armonía con sus padres.
Alicia López Losantos es psicóloga y socióloga.
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