COVID-19
Cómo evolucionan las nuevas variantes del COVID-19 día a día en el organismo
Diferentes estudios establecen que los síntomas en las infecciones actuales de COVID-19, la mayoría generadas por las variantes de ómicron Ba.4 y Ba.5, comienzan antes y duran más días. La buena noticia es que los efectos en el organismo son menos graves.
Publicidad
Ya han pasado más de dos años desde que la variante original del COVID-19 llegara a Europa. En esos primeros momentos de la pandemia la variante original, salida de Wuhan (China), tenía unos efectos bastante graves y llevó al límite a los sistemas sanitarios de toda Europa y del mundo entero.
Pero esa variante original dio paso a otra variante: alfa. De alfa se pasó a delta, y de delta a ómicron. Cos cada variante la capacidad del coronavirus para infectar se ha ido incrementando, a la vez que los efectos se han ido haciendo más leves.
Esta circunstancia junto a la vacunación masiva contra el COVID-19 permite a día de hoy una convivencia con el virus que, teniendo en cuenta el número de contagios, sería impensable en marzo de 2020.
Y es que, según el último informe del Servicio de Vigilancia de Infección respiratorio Aguda (SIVIRA) del Instituto de Salud Carlos III, estamos claramente en una ola de contagios que ha llevado a un incremento en las tasas de hospitalización, especialmente en mayores de 79 años.
Los datos correspondientes a la semana del 27 de junio y el 3 de julio arrojan una tasa de hospitalización de 11,2 casos por cada 100.000 habitantes, respecto a los 9,6 en la semana previa. En el caso de los mayores de 80 años, la cifra es de 96,2 casos, frente e los 89,3 de la semana anterior.
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha asociado el aumento de los contagios por COVID-19 a la expansión de las variantes ómicron Ba.4 y Ba.5, que tienen mayor transmisibilidad, aunque todo apunta a que no tienen mas gravedad.
La evolución de la infección de COVID-19 día a día
Como ya hemos dicho, al comienzo de la pandemia el COVID-19 se infectaba con menos facilidad pero sus efectos eran más graves. El día 0 de la infección está marcado por la entrada en contacto con los aerosoles proyectados por una persona infectada y la posterior inhalación, lo que da lugar a la infección.
La mayor capacidad de infección de las nuevas variantes de ómicron Ba.4 y Ba.5 desaconseja las aglomeraciones, en especial si estamos en interiores.
Los diferente estudios científicos tienen menos consenso a la hora de fijar el día en el que empiezan la sintomatología con las nuevas variantes. Gran parte de la comunidad científica está más o menos de acuerdo en que el periodo de incubación se ha reducido de 5 a 2 o 3 días. Esa es la primera diferencia entre la variante original de Wuhan y las nuevas variantes de ómicron.
El gran problema es que, pese a haberse reducido el tiempo de incubación y la aparición de síntomas, las variantes Ba.4 y Ba.5 se contagian más fácilmente y con menos carga viral. Además, son capaces de escapar a las vacunas de una forma más eficiente.
Respecto a los síntomas del coronavirus, a los habituales (tos, fatiga, dolor de cabeza, fiebre, malestar general, perdida de olfato y gusto) las nuevas variantes generan también nuevos síntomas: diarrea y dolor de garganta.
Del día 4 al 8 aparecen los síntomas en el organismo. Esa sintomatología ha variado y ahora afectan más a garganta, nariz y boca frente al tracto inferior (pulmones).
Con las nuevas variantes síntomas como la fiebre desaparecen antes, pero la tos o secreción nasal persisten durante más días. El final de la infección está fijado entre los 12 y 15 días. A partir de las dos semanas, se considera que los infectados dejan de ser infecciosos y ya no pueden transmitir las nuevas variantes de ómicron.
Pese a dar negativo, los infectados con las nuevas variantes de ómicron, según un estudio publicado en BMJ Journals, tardan en eliminar el COVID-19 del cuerpo una media de 30 días tras el primer resultado positivo en un test, y un promedio de 36 días después de que aparezcan la sintomatología.
Publicidad