Separaciones y divorcios
¿Cómo influyen las familias en las separaciones y los divorcios?
Aunque los estudios nos dicen que la infidelidad y los celos son la primera causa de ruptura en las parejas, la práctica en consulta nos lleva a reflexionar que las familias, por la influencia que ejercen, el apoyo o falta de este, son en multitud de casos las protagonistas de que una relación se rompa.
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No es el comportamiento de nuestros padres o suegros la causa de la ruptura en muchas ocasiones, sino la forma de enfocar nuestra relación con ellos. Es muy importante entender que, cuando nos unimos en pareja, ambos procedemos de grupos familiares muy distintos, con sus costumbres a la hora de interactuar unos con otros. Por ello, debemos negociar una nueva forma de relacionarnos con las familias de cada uno, para delimitar claramente el espacio de nuestra nueva familia. Y esa es labor de ambos miembros de la pareja.
Tres escenarios que pueden hacer saltar las alarmas
1. Cuando la pareja no te defiende delante de su familia. Aunque no estemos de acuerdo en cómo se enfrenta nuestra pareja a una contestación o actitud de mi familia, no es el momento de discutirlo en presencia de todos. Ya tendremos tiempo en privado de comentar lo que pensamos. Para evitar este tipo de situaciones desagradables, es muy importante acordar con la pareja qué se va a hacer en caso de que se produzcan, para sentirnos apoyados y protegidos. Nuestra pareja no debe verse ni desplazada ni no respetada ante nuestra familia.
2. Cuando dejamos nuestros hijos al cuidado de los abuelosy estos asumen el rol de padres. Hay abuelos que no tienen en cuenta a los padres cuando cuidan a sus nietos, dando unos valores y normas distintos y asumiendo ellos ese rol. Todo esto enfrenta posteriormente a la pareja, que igual puede defender el papel de sus progenitores o recrimina al otro lo que su familia hace con los hijos. Los abuelos deben respetar la forma de educar de los padres. Por otra parte, algunos hijos piensan que es obligación de los abuelos abandonar su vida para cuidar a sus nietos cuando no es así. Y también tengamos en cuenta que si hemos decidido que nuestros hijos se queden con nuestros padres, debemos hacerlo con todas las consecuencias, sin reprochar que tus padres hacen esto y los míos o yo haría lo otro.
3. Cuando tu pareja tiene más en cuenta lo que dice su familia que lo que le comentas tú en la toma de decisiones que os afectan a ambos. Esto realmente es grave y es el síntoma de una mala relación de pareja. Si, definitivamente, la persona con la que vives no te considera el apoyo adecuado para compartir las decisiones de la vida cotidiana, no es una buena pareja para ti. Y, al revés, si te fías más de lo que dice tu hermana o padre que tu pareja, debes analizar si los vínculos con tus familiares son sanos o demasiado influyentes y, por consiguiente, tóxicos.
Ocho consejos que nos ayudan a mejorar la relación con las familias
1. Debemos tener en cuenta que la familia que formamos con nuestra pareja debe ser prioritaria en nuestra escala de preferencias y, así, si los dos miembros se apoyan, no se dará pie al chantaje emocional por parte de los padres.
2. Conocer las reglas de las familias, tanto las explícitas como la implícitas, nos permite saber cómo nos debemos relacionar con ellos. Por ejemplo, saber en quién reside la autoridad, y cómo se ejerce (si es una persona flexible o no). Y depende de cómo y quién sea, debemos analizar si nos considera un rival que va a romper el equilibrio de las relaciones familiares y sus normas.
3. Si las reuniones familiares son muy tensas se pueden buscar aliados entre los integrantes de la familia, siempre suele haber alguien con el que nos llevamos mejor.
4. Podemos buscar cosas que nos unan a la familia del otro, eventos hobbies, etc. Ahí podemos pedir ayuda a la pareja.
5. Es importante que el sentimiento de rechazo que sentimos por la familia sea compartido con nuestra pareja. Le podemos explicar cómo nos sentimos y pedir su opinión ya que es bueno que entienda a qué se debe el distanciamiento.
6. Si vamos a la casa de padres o suegros debemos respetar sus normas y estilos de vida. Si no estamos dispuestos a ello, lo mejor será que no vayamos.
7. En el caso de que tengamos que vivir con padres o suegros por circunstancias (por ejemplo, en vacaciones), debemos buscar nuestros momentos y tener nuestro espacio. Vivir juntos no significa hacer todo juntos.
8. Si tenemos que hacernos cargo de un familiar mayor con el que no nos llevamos especialmente bien, debemos pedir ayuda a la pareja, dividirnos las tareas y buscar la mejor manera de que nuestra rutina diaria no cambie, incluso con ayuda externa.
Debemos comprender, queridos lectores, que a nuestra pareja le pueden caer mejor o peor nuestros padres, pero mientras les guarde el respeto oportuno no tiene por qué sentir lo mismo que nosotros. Tengamos en cuenta que solo nos eligió a nosotros, no a toda la familia.
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Alicia López Losantos es psicóloga y socióloga
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