Hostelería
La demanda de respeto de un hostelero gallego: "Si tienen mucha prisa y van a estresar al personal, por favor, no ocupen la mesa"
Un hostelero gallego cuelga un cartel en su bocatería para pedir a los clientes respeto y paciencia con los trabajadores.
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Javier Jorge lleva toda la vida dedicado a la hostelería, es su pasión. "A mí me gusta mucho mi oficio y no quiero que deje de gustarme por la mala educación de la gente", dice. Asegura que muchos clientes entran a su local con prisa y se malhumoran cuando tienen que esperar un poco. "Aquí hay que venir a relajarse, es un lugar para el relax, no para correr un maratón", bromea.
"A mí me gusta mucho mi oficio y no quiero que deje de gustarme por la mala educación de la gente"
Por eso esta semana ha tomado una determinación. Ha colgado un cartel en su bocatería en el que insta a los clientes a comportarse con un poco más de calma. En él, compara a su sector con otros: "¿Verdad que cuando estás en la pescadería, panadería o carnicería coges turno y esperas?", se puede leer. Y el mensaje termina con lo siguiente: "Si tienen mucha prisa y van a estresar a nuestro personal, por favor, no ocupen la mesa, ellos no tienen la culpa de tu estrés".
Asegura que no solo lo hace por él, sino por sus empleados. En una época en la que el sector está tan castigado y faltan profesionales, "lo último que quieren los camareros es que, además, les griten o les traten sin respeto. Así nadie quiere trabajar en hostelería", sentencia.
Lo cierto es que desde que colocó el cartel en la bocatería, está percibiendo que los clientes entran con otro semblante. "Muchos se ríen, lo comparten en las redes y se piensan dos veces si pedir todo con prisa o ir más calmados", dice el hostelero.
Al estrés de muchas personas se une también la falta de educación. "Muchos entran y ni dan los buenos días, o ni te miran a la cara cuando te hablan". Y, por eso, entre risas, comenta que quizás en un futuro ponga otros carteles agradeciendo un poco más de educación.
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La bocatería Zapping de Vilanova de Arousa es hoy un lugar más tranquilo en el que quien se sienta sabe esperar para ser atendido y donde los clientes sonríen, al menos, al mirar hacia ese nuevo cartel de buenos modales.
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