Imagen de un agente de la Guardia Civil

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EN UNA OPERACIÓN QUE COMENZÓ EN OCTUBRE

Desarticulan una banda que cometió más de 73 robos en Granada, Almería y Málaga

Los detenidos se desplazaban en coche hasta el lugar elegido para robar. Dos se quedaban vigilando mientras otro abandonaba la zona para que no pudieran relacionar el coche con el hurto. Cuando era de noche y después de asegurarse de que no había nadie en el lugar del robo, forzaban la puerta o la ventana. Los objetos robados eran enviados a Rumanía o se vendían en mercadillos de Almería.

El subdelegado del Gobierno de Granada, Francisco Fuentes, ha informado este miércoles que la Guardia Civil ha desarticulado una banda criminal especializada en robos en cortijos, casas de campo, casetas de aperos y naves agrícolas que actuaba en las provincias de Granada, Almería y Málaga, donde cometieron al menos 73 atracos. La operación, denominada Corgua, se ha saldado con la detención de 12 personas, nueve hombres y tres mujeres de nacionalidad rumana.

Durante la fase de explotación de esta operación se realizaron seis registros domiciliarios en El Ejido (Almería) y en la pedanía de Santa María del Águila, donde los agentes intervinieron cientos de objetos relacionados con los robos investigados, entre ellos un fusil de asalto kalashnikov inutilizado y también joyas, relojes, televisores, herramientas eléctricas, maquinaria agrícola, ordenadores, teléfonos móviles, ropa y documentación.

La investigación comenzó en octubre de 2017 cuando en la comarca de Guadix se sucedieron unos 40 robos en una serie de robos en cortijos y casas de campo que generaron alarma social. Es posible que sean más porque hay numerosos objetos recuperados cuya procedencia se está investigando. Tras más de cinco meses de investigaciones, los agentes del Equipo de Patrimonio de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil descubrieron que los detenidos asaltaban cortijos, casas de campo, casetas de aperos y naves agrícolas situados en parajes despoblados, para que el riesgo a ser sorprendidos por un vecino o por una patrulla de la Guardia Civil fuera mínimo.

Los detenidos se desplazaban en coche cada tarde desde la pedanía de Santa María del Águila del Ejido hasta el lugar elegido para robar. Allí se quedaban habitualmente dos de los detenidos vigilando el cortijo o nave agrícola que iban a robar esa noche, mientras que el conductor del vehículo abandonaba la zona para que no pudieran relacionar después el coche, si alguien lo veía, con el robo. Según la Guardia Civil, ya de noche, después de asegurarse de que no había nadie ni dentro ni en los alrededores, con una palanqueta forzaban la puerta o una ventana y entraban en las casas o naves. Cuando habían perpetrado el robo llamaban al conductor para que volviera a recogerlos y a cargar en el vehículo todo lo robado.

Los detenidos les daban salida rápidamente a los objetos robados: La mayoría eran enviados a Rumanía a través de autobuses o furgonetas, mientras que el resto los vendían en mercadillos de Almería y, en menor medida, directamente a terceras personas. Esta banda criminal estaba compuesta por dos cabecillas que inicialmente robaban juntos, pero se pelearon y formaron cada uno su propia banda.

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