Viajaban tranquilamente en un avión y no sabían que en las bodegas habían metido una maleta a su nombre cargada de droga. Cuando llegaban a su destino, esa maleta era recogida por otro miembro de la organización y la sacaba del aeropuerto sin pasar ningún tipo de control. Afortunadamente, el inocente pasajero desconocía que una maleta, que no era suya, había volado repleta de cocaína.
Así era la forma de actuar de un grupo de traficantes infiltrados en el aeropuerto de Barajas Adolfo Suárez. Su trabajo era transportar maletas desde las bodegas de las aeronaves a las cinta de recogida de equipajes. Eso les facilitaba el poder moverse por todas las instalaciones sin ningún tipo de control, incluso poder sacar de las instalaciones del aeropuerto, equipajes sin control de perros o de rayos x.