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EL POR QUÉ DE LOS NOMBRES PROPIOS EN LOS HURACANES

Dorian o Ling-ling, la tradición de poner nombre a los huracanes tiene más de un siglo

Cada vez que hay un nuevo huracán, las autoridades solo tienen que seguir el orden de una lista alfábetica de nombres para referise a este fenómeno. Estos nombres no se traducen en ninguna parte del mundo con el fin de evitar confusiones.

Cada vez que hay un nuevo huracán, las autoridades solo tienen que seguir el orden de una lista alfabética de nombres para referirse a este fenómeno. Estos nombres como Dorian o Ling-ling no se traducen en ninguna parte del mundo con el fin de evitar confusiones. La tradición de poner nombre a los huracanes tiene más de un siglo.

Nombres propios como Dorian, Wilma o Leslie han quedado ligados para siempre a grandes desastres naturales. A principios del Siglo XX , el huracán se denominaba con el santo del día en el que tocaba tierra.

Así, por ejemplo, San Felipe golpeó Puerto Rico el 6 de septiembre de 1928 y por eso recibió ese nombre. En la misma época, se utilizaban nombres mitológicos o de políticos que no le gustaban aunque, finalmente, se decantó por nombres propios femeninos.

Ya con esa costumbre, en 1950 se empezaron a registrar oficialmente los huracanes del Atlántico. En 1979, La organización metereológica mundial decidió que se alternarían nombres femeninos y masculinos.

En la actualidad, existen 6 listas con 21 nombres cada una por orden alfabético. En 2014, un estudio afirmaba que los ciclones con nombre femenino causaban el doble de víctimas que los masculinos.

Esto es solo estadística porque en cifras oficiales el huracán más devastador de la historia es y ha sido Mitch, nombre masculino, que dejó 18.000 fallecidos. En el momento que un ciclón provoca una catástrofe, cualquier país puede solicitar que sea retirado. Por eso, Hugo o Katrina nunca mas pondrán nombre a un huracán.

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