Guardia Civil
Dos guardias civiles salvan la vida a un conductor que sufrió cinco "microinfartos" en Segovia
El conductor, de 49 años y con problemas cardíacos, se sintió mal y estacionó el vehículo en el arcén de la CL-601 que une Segovia y La Granja de San Ildefonso. La rápida actuación de los agentes permitió reanimarlo hasta que llegó la ambulancia.
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José Francisco Acosta despacha a un cliente en la carnicería donde trabaja en el centro de Segovia ajeno a la sorpresa que está a punto de recibir. Es la visita de sus dos ángeles de la guarda, los dos agentes de la Guardia Civil que hace unos días le salvaron la vida tras sufrir cinco "microinfartos" cuando se desplazaba en su coche a trabajar.
La casualidad quiso que la patrulla del puesto de Navas de Riofrío, formada por Víctor Alonso y Alberto Martos, acabara de iniciar su servicio y pasara por el punto kilométrico 8,5 de la CL-601, la carretera que une Segovia y La Granja de San Ildefonso. Justo ahí José Francisco había estacionado su coche en el arcén al comenzar a encontrarse mal. "Empecé a sentir cómo se me dormía el brazo. Llamé a mi mujer, no me respondió y decidí llamar al 112", explica. No pudo continuar con la llamada porque le faltaba el oxígeno. "En este momento, vi las luces azules de la guardia civil y ya no me acuerdo de nada más hasta que abrí los ojos en la ambulancia", relata.
Se le paró el corazón hasta en cinco ocasiones
Los que recuerdan perfectamente la secuencia de los hechos son los dos agentes que le salvaron la vida. "Al ver el coche parado en el arcén pensamos que se trataba de una avería. Nos acercamos y vimos al conductor que se agarraba fuertemente el pecho. Le estaba dando un infarto", relata Víctor. Rápidamente, lo sacaron del vehículo y comenzaron a realizarle maniobras de reanimación cardiorrespiratoria. "Lo conseguimos reanimar, pero a los pocos minutos volvía a dejar de respirar. Así hasta en cinco ocasiones hasta que llegó la ambulancia", recuerda Alberto que reconoce que fue muy duro y esos momentos se les hicieron eternos.
Enormemente agradecido
José Francisco ya está recuperado. Se siente bien. Ha vuelto a trabajar y espera una intervención quirúrgica que le implantará un marcapasos para su corazón. Un corazón que late enormemente agradecido. "Tengo cuatro hermanos pero ellos dos son un hermano más para mí. No sé cómo podré compensárselo", reconoce el carnicero mientras se funde en un sentido abrazo con los agentes.
Milagro similar en Irún
Hace pocos días se vivió una situación similar en Irún. Ágata, un bebé de solo trece meses se quedó paralizada en el suelo. "Corrí a levantarla y ya estaba morada y no respiraba. Grité ayuda con todas mis fuerzas", explicaba la madre.
Uno de los padres que estaban en el parque corrió a la comisaría que estaba justo enfrente. Los policías comprobaron que la bebé carecía de signos vitales y la trasladaron al interior de la comisaría por si fuera necesario utilizar el desfibrilador. Le realizaron la maniobra de reanimación cardiopulmonar, y la pequeña "reaccionó levemente". Consiguieron mantenerla con vida.
"Alguien me agarró del brazo, cogió a la niña en volandas y cruzó la carretera con nosotras", contaba la madre, que ahora no puede contener la emoción al recordar ese momento.
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