En su réplica a la Ofrenda al Apostol que ha realizado el
presidente del Parlamento, Miguel Santalices, como delegado regio, monseñor
Barrio ha recordado que la tradición cristiana ha "amparado la dignidad de
la persona y sus derechos fundamentales", apuntando que los Apóstoles
"entablaron un diálogo con los diferentes pueblos y culturas, orientado a
sanar las raíces profundas del mal y no sus apariencias". "La luz de esa fe nos motiva a
erradicar las causas de las que emergen guerras, odio, terrorismo y penurias
cotidianas", ha dicho el arzobispo, para quien "sin el coraje moral
que hace salir del escepticismo, la sociedad no podrá¡ superar los momentos de
crisis".
Tras lamentar la "pérdida de la memoria y de la herencia
cristianas" que sufre Europa, monseñor Barrio ha instado a
"revitalizarla" para, teniendo en cuenta "a las personas que
sufren", "asumir con tanta dignidad como fidelidad este momento histórico
y a generar un ámbito cultural que no cierre sus ojos a la luz de la fe en
medio de tanta sospecha y desconfianza".
Para concluir, el arzobispo ha tenido palabras para la
"sombra de dolor" que tiene esta celebración, con el tercer
aniversario del accidente ferroviario de Angrois, y ha pedido la intercesión
del Apóstol para que "los gobernantes sepan entrar en un auténtico diálogo"
y por "todas aquellas personas que están ofreciendo sus mejores esfuerzos
para responder a las exigencias del bien común y construir una sociedad
mejor".
Por su parte, el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel
Santalices, ha pedido en su Ofrenda la intercesión del santo a favor de las víctimas
de las "situaciones crudelísimas del terrorismo y de las guerras" y
ha reivindicado el trabajo de la "política con mayúsculas", aquella
que "procura el entendimiento" y es de "una honradez y moralidad
intachables".
Santalices, que ha
ejercido como delegado regio en la tradicional Ofrenda al Apóstol de este año,
ha pedido que este "guíe" a la sociedad "con su luz" en el
camino "de la convivencia y de la paz, de la cordura y del entendimiento,
en este momento de convulsión mundial, de enfrentamientos y guerras, de odios y
de abusos a personas mayores, mujeres y niños".
En su discurso, ha tenido palabras para las personas mayores, las
mujeres víctimas de la violencia de género, los "que han perdido su
trabajo y su vivienda", los jóvenes que buscan una oportunidad laboral,
los emigrantes, los enfermos o las personas con discapacidad. Asimismo, ha
reconocido la labor de los profesionales sanitarios, las fuerzas de seguridad
del Estado y los empleados de los servicios públicos, "siempre merecedores
de reconocimiento y respeto".
Ante el Apóstol, ha
"reconocido los errores cometidos" y ha pedido "acierto para
quienes legislan y para quienes asumen la responsabilidad de Gobernar", a
los que ha instado a actuar "desde una honradez y moralidad
intachables". Más allá, ha reivindicado una política que "procure el
entendimiento y se aleje de cualquier tentación excluyente o
totalitaria".