En España, el Viernes Santo vuelve a vivirse sin procesiones aunque los fieles no se resignan a no venerar a sus imágenes. Es el segundo año consecutivo que no se puede salir a las calles debido a la pandemia de coronavirus, pero los cofrades ya tienen la vista puesta en el año que viene.
Aquellas escenas del Cristo saliendo de la Iglesia entre los fieles que se agolpaban para verlo quedan ya en el recuerdo. Es la segunda Semana Santa consecutiva en la que no salen los pasos y no hay consuelo para los devotos. O sí, porque algunos cofrades admiten que aunque sea poco lo que se haya podido hacer ya es mejor que el año pasado.
Alternativas para cumplir las medidas sanitarias
En este día, hay alternativas de todo tipo. Por ejemplo, el Cristo de Medinaceli ha salido en Valencia en un vehículo con cristales transparentes para que todo el mundo pudiera verlo. Ha sorprendido incluso a las personas que se encontraban tomando un café en las terrazas de la ciudad.
En Valladolid tendría que haberse celebrado la Procesión General, pero, en lugar de eso, la plaza estaba tranquila, como cualquier otro día normal. Los devotos se resignan porque ya sabían de antemano que no iban a poder procesionar.
En Sevilla, no han podido sacar a su Cachorro. Hoy debería haber sido un día especial y salir con él a la calle aunque, admiten, sea como sea la emoción es siempre la misma.
Un Viernes Santo que provoca sabor agridulce. Porque aunque los fieles no pueden ver las imágenes por la calle, muchas iglesias han abierto sus puertas para que se acerquen a verlas dentro.
Este año se siente como una Semana Santa íntima, aunque se vive con la esperanza de poder volver a lo grande en 2022.