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NUEVO Y PELIGROSO RETO VIRAL
Expertos advierten de que el 'Juego de la muerte' puede provocar daños neurológicos irreversibles o la muerte
El 'Juego de la muerte', que consiste en oprimir las arterias carótidas del cuello, puede producir graves lesiones que pueden generar problemas de aprendizaje, de coordinación, temblores, crisis epilépticas, problemas de visión e incluso conducir a coma, estados vegetativos o de vigilia sin respuesta. El último caso se produjo este jueves en Madrid con una menor implicada.
Expertos de Hospitales Vithas Nisa han advertido que el conocido como 'Juego de la muerte', un reto entre adolescentes que consiste en oprimir las arterias carótidas hasta la inconsciencia, "puede provocar daños neurológicos irreversibles y la muerte".
Este juego que "empieza a extenderse entre los adolescentes" ha generado "muertes o lesiones neuronales a numerosos jóvenes y adolescentes en distintas partes del mundo", ha explicado el grupo hospitalario en un comunicado.
De hecho, una menor de 12 años tuvo que ser trasladada este jueves a un centro hospitalario de Madrid tras participar en el juego. La menor ha sido estrangulada por otra personas hasta caer inconsciente y golpearse la cara.
Asimismo, la Policía Local de Granada detectó el pasado martes a menores de un instituto de la ciudad grabándose con el móvil y subiendo a redes sociales vídeos practicando este juego.
El 'Juego de la muerte' consiste en oprimirse las arterias carótidas del cuello, "lo que impide la llegada de oxígeno al cerebro y, cuando se prolonga en el tiempo, la muerte por asfixia", ha explicado el grupo hospitalario.
El cerebro sufre lesiones cuando se reduce el aporte de oxígeno que recibe -de forma parcial (hipoxia) o total (anoxia)- por un tiempo mayor del que pueden soportar los mecanismos compensatorios encargados de evitar la muerte neuronal.
El oxígeno, vital para el cerebro
El oxígeno es "vital" para el normal funcionamiento del cerebro . El director de investigación del Servicio de Neurorrehabilitación de Vithas NeuroRHB, Enrique Noé, ha indicado que "pese a que el cerebro apenas representa el 2% del peso de nuestro cuerpo, consume el 20% del aporte de oxígeno total". Además, este órgano "tiene una escasa capacidad para almacenar nutrientes por lo que demanda un elevado aporte de oxígeno de forma constante", ha añadido.
Por ello, el tejido cerebral es capaz de soportar hasta un máximo de cuatro o cinco minutos de anoxia mantenida. Una vez sobrepasado este tiempo, empezará a provocarse un daño en el tejido cerebral que será más intenso cuanto mayor sea el tiempo de anoxia establecido. Después de 15 minutos de privación de oxígeno, más del 95% del tejido cerebral estará dañado de forma irreversible. "Normalmente, después de tres o cuatro minutos, el sujeto pierde la conciencia y el cerebro, especialmente aquellas áreas con una alta demanda de oxígeno, empiezan a notar la falta de aporte", ha ilustrado el especialista.
Consecuencias
Las consecuencias, ha apuntado, pueden ser desde problemas de aprendizaje y memoria, movimientos anormales, disminución de la capacidad visual u otros síntomas relacionados con la afectación de aquellas áreas del cerebro encargadas de procesar de forma continua la información, hasta estados de coma prolongados o incluso el fallecimiento.
Con todo, el 'Juego de la muerte', igual que otros procesos que generan hipoxia/anoxia, puede llegar a provocar graves secuelas neurológicas. Si como consecuencia de este juego, el aporte de oxígeno al cerebro se prolonga en el tiempo, se pueden poner en marcha diversos mecanismos de muerte neuronal que suelen conllevar secuelas neurológicas irreversibles, dependientes de la extensión y localización del daño.
Entre las áreas especialmente vulnerables a la anoxia y los síntomas asociados a este problema que pueden acontecer después de este fatídico juego, destaca el hipocampo, con problemas de aprendizaje de nueva información y memoria; los ganglios basales, cuyo daño puede provocar movimientos anormales; el cerebelo, con problemas de coordinación y temblor; la corteza cerebral, con crisis epilépticas, problemas de visión; y el tálamo, que si no recibe oxígeno puede conducir a coma, estados vegetativos o de vigilia sin respuesta.
Cuando la privación de oxígeno se prolonga en el tiempo, "la disfunción neuronal alcanza a los núcleos o redes encargados de la regulación de los sistemas vitales y, en el peor de los casos, puede incluso producirse el fallecimiento de la persona", asegura el doctor Noé.
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