Karla Flores tiene ahora una gran cicatriz y un agujero en la tráquea tras quitarle una granada, pero hasta ayer mismo, tenía un artefacto a punto de explotar en su cara. Tras la operación, los medios se refieren a esta mujer como ‘la mujer milagro’.
Todo ocurrió cuando ella tenía 32 años. Era 6 de agosto y la chica caminaba por una calle de Culiacán (México) después de repartir un pedido. En torno a la una de la tarde, con una temperatura de 43 grados, sonó una explosión, ella se dio la vuelta, su sombrero salió volando y un objeto le golpeó la cara. Un conductor la recogió y la trasladó al Hospital General de Culiacán.
Allí, tras la primera tomografía, los médicos confirmaron que Karla tenía una ojiva salida de un lanzagranadas. En el hospital, el doctor Gaxiola Meza pidió a un médico valiente que la interviniera bajo extremas condiciones de riesgo, pues al parecer, varios médicos se echaron atrás y decidieron no participar en tan arriesgada intervención por miedo a que explosionara.
Sin embargo, otros cuatro doctores aceptaron tal reto, los anestesiólogos Felipe Ortiz y Cristina Soto, el enfermero Rodrigo Arredondo y la doctora Lidia Soto, que entraron en el quirófano junto a dos militares cuyo trabajo consistía en indicar a los médicos cómo mover el artefacto para que este no explosionara.
Los soldados propusieron operar con trajes antibomba, pero ante la dificultad de trabajar con dichos trajes, tuvieron que trabajar con las batas verdes como única medida de protección.
Tras cuatro horas de operación en la que la cara de Karla fue abierta por completo, a las doce de la noche se le extrajo el artefacto con un habilidoso movimiento .
A los pocos días de la operación, Karla fue intervenida nuevamente, con una cirugía maxilar y de mandíbula, realizada por el doctor Estrada. A pesar de haberse quedado sin dientes y de tener la cara completamente deformada, Karla Flores, en cuanto recuperó la conciencia, sólo escribió palabras de agradecimiento.