Galicia

La gallega de 101 años que camina 3 horas todos los días: "Mientras pueda, seguiré"

Sin prisa pero sin pausa, a su ritmo. Carmen cumple con su paseo diario y al acabar, se cambia de ropa y se va a misa. Se levanta tarde y no se pierde un partido del Celta o del Madrid

La gallega de 101 años que camina 3 horas todos los días: "Mientras pueda, seguiré"

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El de la longevidad es sin duda el secreto más buscado, deseado e incluso estudiado. ¿Qué hay que hacer para superar la centena disfrutando de buena salud? Carmen asegura que ella no lo tiene, que no hay nada especial. “Trabajar mucho y tirar para delante”, nos dice entre risas. Acaba de cumplir los 101 años y charlar con ella es casi tan maravilloso como verla caminar.

Tiene la memoria intacta y, por lo tanto, historias de todos los tipos en sus más de cien años de vida. Nos acercamos a conocerla a la ruta que bien podría llevar su nombre, el paseo que une Portonovo y Paxariñas, en el ayuntamiento de Sanxenxo, en Pontevedra. El mismo que hace cada tarde, sin excepción, siempre que la lluvia lo permita.

”Al llegar a casa me cambio y voy a misa”

Ella y su amiga Dolores hacen un recorrido de ida y vuelta que les lleva unas tres horas. “Depende del día y de las ganas que tengamos”, nos cuentan. ¿Todos los días? ¿Tres horas andando?, insistimos. “Al llegar a casa de vuelta, me cambio y voy a misa”, responde.

Tuvo tres hijos y ha perdido la cuenta de los nietos y bisnietos: “Y tengo un tataranieto también, que tiene dos años y no para quieto”. Viendo la genética, no nos extraña demasiado.

Carmen trabajó toda la vida como pescadera. Iba a la lonja, se echaba el cesto a la cabeza y lo llevaba a vender. “Al llegar a casa de vuelta tocaba trabajar en el campo. Teníamos de todo un poco: patatas, cebollas, tomates, pimientos,… En el campo se trabajaba mucho”, recuerda. Es posiblemente la palabra que más se repite en nuestra charla; trabajo.

Fiel al Celta y el Real Madrid

Ahora, por fin, toca tomarse las cosas con más calma: “No hago nada, me levanto tarde, hoy sobre las 11, y por la mañana no voy a ningún sitio”. No desayuna. “Nunca desayuné, pero después como y ceno bien, apetito no me falta”. Duerme más o menos y no tiene dolores. “Lo malo es la vista, que me falla”. Aún así, conserva la suficiente para ver el fútbol. “Sabe más de fútbol que yo”, asegura su yerno Isidro. Sobre todo si se trata del Real Madrid o el Celta.

“La cabeza la tiene intacta, se acuerda de todo y te cuenta historias que te dejan de piedra”, continúa su yerno. “Su vida ha sido dura, de mucho trabajo y con disgustos grandes, pero ella no se dejó ir, siempre tiró para delante”.

Una luchadora que se ha ganado el afecto de todos los vecinos. “Todo el mundo le tiene mucho cariño, como dejen de verla una temporada en la peluquería o en cualquier parte ya te están preguntando por ella”, asegura Isidro.

También en el ayuntamiento, donde incluso le han puesto un banco en mitad del paseo para que tenga un lugar para parar a recuperar fuerzas: “Paramos un rato pequeño, si paramos mucho después cuesta más”, matiza ella.

Podría parecer una afortunada por llegar a esta edad con esta calidad de vida. Pero le damos toda la razón a su yerno: “Realmente los afortunados somos nosotros”. Sin duda. Afortunado todo el que comparta un rato de vida en estado puro.

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