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solo cuenta con 35 plazas
Hacinamiento, peleas y robos, el día a día de los 140 menores de la Residencia de Primera Acogida de Hortaleza
Según cuenta un educador social del centro, sólo unos pocos pueden dormir en camas y el resto lo hacen en el suelo. La Policía ha acudido este lunes al centro para parar una pelea que se estaba produciendo entre jóvenes por presuntamente haberle robado uno un colgante al otro.
Un total de 140 menores de edad de diferentes nacionalidades se encuentran viviendo en la Residencia de Primera Acogida Hortaleza, que solo cuenta con 35 plazas, y donde se vive una situación de hacinamiento, peleas y robos entre los chicos.
En declaraciones a Europa Press un educador social del centro, que ha preferido no revelar su nombre, ha explicado que las necesidades de los chicos se cubren "a duras penas", por el alto número de jóvenes que están viviendo allí, lo que obliga a muchos a dormir en el suelo.
Tan solo unos pocos pueden dormir en camas. El resto lo hacen en el suelo, algunos en colchonetas y otros directamente sin nada, según ha afirmado tanto el educador como chicos que viven en este centro. Las peleas son diarias, según uno de los chicos de 17 años de origen marroquí que llegó al centro hace un mes y los testimonios de varios menores recabados por Europa Press. Los chicos se roban entre ellos y se pelean a diario, tanto por los objetos sustraídos como por rencillas que se producen por la convivencia.
En la mañana de este lunes la Policía ha tenido que acudir al centro para parar una pelea que se estaba produciendo entre jóvenes por presuntamente haberle robado uno un colgante al otro. Igualmente, agentes de incógnito rondaban la zona.
Del mismo modo, algunos de los chicos han expresado haber recibido golpes de los agentes de seguridad privada que tienen en el centro. Por su parte, tanto el educador social como uno de los agentes de seguridad han manifestado que la fuerza tan solo se utiliza cuando la situación "se va de las manos".
La sobreocupación no solo afecta a la falta de camas, también a la alimentación, la ropa que dan a los jóvenes, su inserción y el tiempo que pasan allí hasta ser atendidos por los servicios sociales. Respecto a la falta de comida, los jóvenes se quejan de que las raciones a veces son escasas y los alimentos del día anterior. Por su parte, en tono jocoso, el educador social ha explicado que son "un poco sibaritas", aunque ha reconocido que tienen que ajustar las comidas.
"No está faltando comida como tal, no podrán repetir como ellos quieren repetir pero tienen su plato, eso está cubierto, según el día pueden repetir, también son muy sibaritas en el tema 'comida de ayer'", ha señalado. Igualmente, ha manifestado que a veces tiran la comida que no les gusta.
Por otro lado, en cuanto a la falta de ropa que los chicos manifiestan, el educador ha afirmado que es verdad que se les debería proveer de más ropa, pero que están cubiertos. Asimismo, este trabajador del centro ha explicado que ahora mismo hay seis educadores sociales por turno, una situación en la que faltan siete educadores según el ratio, lo que provoca que la intervención educativa "sea mala". El centro cuenta con una escuela con 30 plazas, que no da abasto por la sobreocupación.
Desde que llegan al centro hasta que se hace una primera valoración se tarda más de medio año, cuando lo ideal sería hacerla en un mes, porque la lista está saturada. Para el trabajador esto provoca frustración del menor, colapso educativo para ellos y falta de reinserción por estar apartados de la sociedad.
Por su parte, un agente de seguridad del centro ha explicado que se producen muchas pelas en el centro en las que tiene que intervenir y que algunos de los asistidos "son buenos chicos, pero otros tantos no".
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