Las heroínas que salvaron a más de un centenar de ancianos en la residencia de Massanassa: "No sabíamos si nos iba a dar tiempo"

Tras tanta tragedia que ha dejado la DANA tras su paso, una de las historias que afortunadamente ha terminado con final feliz ha sido la de la residencia de ancianos de Massanassa. El pasado martes 29 de octubre, el edificio comenzó a inundarse por la tromba de agua que traía la riada ocasionada por las fuertes lluvias que azotaron municipios de Valencia, Albacete, Cuenca y Málaga.

En las imágenes podemos observar cómo el agua les llegaba por las rodillas a aquellos que podían ponerse de pie. Sin embargo, la mayoría tenían problemas de movilidad y estaban en silla de ruedas, por lo que el agua les cubría hasta la cintura. Gracias a la rápida actuación de las trabajadoras consiguieron poner a salvo a todos los ancianos y no hubo ningún incidente, a pesar de las adversidades que trajo la riada durante las siguientes horas.

Al ver que la planta de abajo se estaba inundando y el agua subía cada vez más, la cocinera dijo de subir a todos a la planta de arriba. "Teníamos miedo de que el agua llegara al ascensor", dice Josefina Carmona, que había ido a ver a su madre. Corrían lo más rápido que podían hacia el primer piso bajo un ataque de nervios porque "no sabíamos si nos iba a dar tiempo o no".

Las trabajadoras eran ocho personas, frente a los más de 100 ancianos que había en la residencia. Solo tenían una opción: subirlos por el ascensor. Achicaban el agua de los pasillos para que no entrase y poder utilizarlo. Cuando consiguieron subir a todos, escucharon un fuerte golpe, la riada había reventado la puerta de la enfermería.

Estas heroínas, junto con los ancianos puestos a salvo en la planta de arriba, la tromba de agua reventó los cristales. "Tuvieron que poner las puertas que había llevado la corriente para poder pasar", explica Josefina, "unas héroes auténticas, sacando a la gente para arriba".

Han estado durante tres días encerrados, pero gracias a los voluntarios han conseguido limpiar todo el barro. "Sin ellos no habríamos salido adelante". Las comidas de los ancianos las improvisan con las donaciones. Una semana después se emocionan al recordar lo vivido ese día sin lamentar fallecidos.

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