La historia de Adelaida, una vida dedicada al campo: "Trabajaba tanto como mi marido y nunca pude tener ni una vaca a mi nombre"

Adelaida tiene 84 años y una memoria y unas facilidades para el cálculo mental bárbaras, la envidia de sus nietas. Lleva toda la vida calculando a ojo las recetas, el alimento de sus animales o cuánto le debe a la panadera a final de mes. Y nunca, nunca falla. Recuerda su infancia totalmente lúcida, que compartió con su hermana, la que pronto los dejó, y su hermano. Era la pequeña de tres. De adulta, también tuvo tres hijos: dos mujeres y un hombre. Nietas, seis y bisnietos, dos.

Su vida ha sido el rural: el ganado y el campo. Lleva toda su vida viviendo en el municipio coruñés de Ames. Nació en una aldea y se casó con su marido José, con quien se mudó a una también pequeña población colindante.

Trabajó como la que más y es crítica con la situación que le tocó vivir: "Trabajaba tanto como mi marido y nunca pude tener ni una sola vaca a mi nombre", cuenta, aunque en gallego, la octogenaria. Incluso cuando su marido se jubiló, Adelaida siguió trabajando bajo una explotación que nunca estuvo a su nombre. De hecho, solamente tiene 16 años cotizados, a pesar de llevar desde la infancia trabajando.

Tuvo varios reveses en la vida: desde alguna que otra lesión causada por las vacas, hasta la pérdida de su único hijo varón hace ya algo más de diez años. Pero Adelaida siempre se mantuvo como la matriarca de su casa, fuerte y con templanza.

"Teníamos poco, nunca llegamos a las 15 vacas", dice Adelaida. "Pero no nos faltó nada", sigue, "no había estas modernidades de ahora, pero tampoco se necesitaban". Sin avaricias ni extras en comodidades, Adelaida siempre ha llevado una vida sencilla.

"No conocimos otra cosa que no fuera el campo", dice Adelaida al preguntarle por qué hubiera querido ser. Sus padres, sus abuelos, todos sus antepasados son del rural. De hecho, nunca ha salido de Galicia.

Incluso un fin de semana de octubre (hace ya más de 20 años), cuando tenía programada una de las pocas excursiones que iba a hacer, tuvo que quedarse en casa cuidando a uno de sus nietos, ya que su nuera estaba dando a luz a la que sería su última nieta. La vida de Adelaida se ha basado en eso, en cuidar: familia, animales y campo.

Sigue invirtiendo su tiempo en lo que le llena a pesar de estar jubilada

Si la sacas de su aldea, pronto pregunta si queda mucho para volver a su casa. Allí lo tiene todo. Disfruta de la gran suerte de poder seguir invirtiendo su tiempo en lo que le llena y a lo que se ha dedicado toda la vida, pese a estar jubilada. Sigue cuidando de gallinas y pollos, aunque ya no de vacas y cerdos. También sigue plantando, en concreto repollo, grelos, zanahorias, cebollas y demás, todo para el autoconsumo. Ya no planta ni recoge maíz, claro. Sigue ligada al campo, pero haciendo lo que su cuerpo le permite.

Hoy, 15 de octubre, se celebra su día. El día de Adelaida y de todas las mujeres que, como ella, han habitado, cuidado y se han dedicado en cuerpo y alma al rural y lo siguen haciendo. El día de todas las mujeres que lideran explotaciones agrícolas y ganaderas, de las mujeres que se inspiran artísticamente en estos espacios y/o las que deciden residir en él y mantenerlo vivo, pese a que sus servicios sean cada vez más escasos.

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