DANA

La historia de Miguel, el hombre que murió dos veces

Desapareció en 1984, lo declararon muerto en 1994, pero realmente falleció en 2024.

Miguel, el hombre que murió dos veces

Miguel, el hombre que murió dos vecesAntena 3 Andalucía

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Cuando las hijas de Miguel recibieron la llamada de la Guardia Civil en noviembre de 2024, su reacción no fue de sorpresa, sino de absoluta confusión. Al otro lado del teléfono, un agente les aseguraba que su padre estaba entre las víctimas mortales de la DANA en Valencia. Pero para ellas, su padre había fallecido décadas atrás.

La realidad, una vez más, superaba a la ficción. Miguel Morales, natural de Dúrcal (Granada), desapareció en 1984 sin dejar rastro. Tras diez años de incertidumbre, la madre de sus hijas denunció su desaparición y, en 1994, la Justicia lo declaró oficialmente muerto.

Pero el destino tenía reservado un último giro. Cuarenta años después de su desaparición, su cuerpo fue hallado en un campo de naranjos en Quart de Poblet, arrastrado por las riadas provocadas por la DANA. La Guardia Civil logró identificarlo mediante sus huellas dactilares, desvelando así un hecho insólito: Miguel había estado vivo todo ese tiempo, residiendo en Valencia sin contactar con su familia.

Sin rastro en el sistema bancario ni sanitario, Miguel había vivido al margen de la administración y de su pasado. Con antecedentes de problemas de salud mental, todo apunta a que sobrevivió como una persona sin hogar.

"La verdad es de gran asombro, sorpresa"

Antena 3 Noticias habló con una de sus hijas, Sara, quien aún intenta procesar el impacto de la noticia. Descubrir que su padre había estado vivo a escasos kilómetros de ellas y que finalmente perdió la vida por la DANA fue un golpe inesperado.

En un primer momento, tanto ella como su hermana Jessica pensaron que se trataba de un error. "Pues no nos lo creíamos, la verdad, hasta que ya la jueza forense se puso en contacto con nosotros y nos mandó la documentación identificativa de una forense con lo del tema de las huellas dactilares y se acordó que era mi padre, Miguel", explica Sara.

Cuando él desapareció, sus hijas eran apenas unas niñas de 1 y 3 años. Sabían que su padre tenía antecedentes de problemas de salud mental y siempre creyeron que su marcha respondió a un deseo de empezar de cero. "Que no quería tener relación con su familia, que no quería saber de nada, que quería a lo mejor empezar una nueva vida solo", reflexiona Sara.

Desde Valencia, las autoridades indicaron que Miguel pudo haber vivido en la indigencia, aunque no han podido confirmarlo con certeza. "Por el tipo de circunstancias y las pruebas que han sucedido, se ha determinado ese hecho, que era un sintecho, pero oficialmente no tenemos pruebas para poder oficiarlo como tal", señala Sara.

Un silencio imposible de comprender

Aun si Miguel hubiese vivido como indigente, su hija no encuentra explicación para la absoluta falta de contacto. "Porque, aunque sea una persona sintecho, pienso que, si tienes una familia o has tenido una hija, ponte en contacto con ella, explícale tus circunstancias, tu manera de ver tu vida personal y déjale ese alivio a esas niñas. Y le puedes comentar: 'pues mira, yo soy vuestro padre, yo he tomado esta decisión de mi vida, no quiero tener relación con nadie, no quiero saber nada de nadie, pero os digo que me respetéis y que esta es mi decisión'", lamenta.

Más allá de lo insólito del caso, el impacto emocional es innegable. Tras su declaración oficial de fallecimiento en 1994, sus hijas cerraron el capítulo de su desaparición. Saber ahora que Miguel estuvo vivo durante cuatro décadas, pero eligió el silencio, deja una herida imposible de sanar y muchas preguntas sin respuesta.

El caso de Miguel Morales pone en evidencia cómo alguien puede esfumarse del sistema sin dejar rastro y sobrevivir durante años en el anonimato. Ahora, al menos, su familia ha logrado resolver un misterio que estuvo en el aire durante cuatro décadas.

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