Tras el hallazgo de unos huesos humanos en la zona de la fosa donde fueron descubiertos los cuerpos de las tres niñas de Alcàsser, Míriam, Toñi y Desirée, se ha vuelto a poner en relieve uno de los casos más macabros de la historia en España. Las menores fueron secuestradas, violadas y asesinadas en noviembre de 1992.
Casi 30 años después ningún cuerpo de seguridad se aventura a especular sobre Antonio Anglés, que continúa en paradero desconocido. Nadie sabe siquiera si está vivo. La única certeza es que la Justicia le declaró autor material de los asesinatos en colaboración de Miguel Ricart, que fue condenado a 170 años de prisión.
La última vez que fueron vistas las tres adolescentes fue el 13 de noviembre de 1992, cuando salieron a la discoteca 'Coolor' de Picassent. Alcàsser y Picassent están separadas por unos tres kilómetros, y las jóvenes decidieron hacer autostop para evitar hacer esa distancia a pie. El coche que las recogió dejó atrás la discoteca e inicio un trágico camino conducido por sus dos captores.
Tras la denuncia interpuesta por la familia, la Guardia Civil inició una búsqueda que anticipaba un resultado desagradable, puesto que enseguida se descartó la hipótesis de la fuga voluntaria. La operación concluyó el 27 de enero de 1993, cuando un agricultor que caminaba por el paraje de La Romana, cerca de la presa de Tous, descubrió los cuerpos semienterrados de las tres niñas.
Los forenses revelaron que Miriam, Toñi y Desirée fueron torturadas y violadas antes de morir de un disparo. La repercusión mediática del triple crimen, alimentada por la programación sensacionalista, alcanzó tales cotas que a las pocas horas del hallazgo se instalaron platós de televisión en Alcásser.
Las pruebas encontradas en torno a los cadáveres permitieron la detención de varios sospechosos al día siguiente, entre ellos Miguel Ricart y Enrique Anglés -hermano de Antonio-, que fue puesto en libertad el 30 de enero. Ricart confesó los hechos en su primera declaración, en la que apuntó también hacia su compañero habitual, pero Antonio ya había emprendido la fuga, y desde entonces se desconoce su paradero.
La primera incógnita sin resolver es el paradero de Antonio Anglés, señalado como autor material de las muertes de las niñas. Las especulaciones sobre dónde se encuentra han sido muchas: se le ha dado por ahogado en aguas de la costa de Irlanda, se han encontrado supuestos restos óseos en una playa y ha sido visto en países de Latinoamérica y Europa.
También queda por resolver cómo pudo aguantar a la intemperie el volante de la Seguridad Social de Enrique Anglés, hermano de Antonio, en la zona de La Romana. Esta incógnita fue una de las que puso en relieve el criminólogo que investigó el caso Juan Ignacio Blanco, fallecido este jueves, ya que era incomprensible que en esa zona donde predomina el viento, permaneciesen intactos los trozos del volante.
El tercer gran enigma es por qué no se encontró ni una gota de sangre en los alrededores de la caseta donde fueron violadas y asesinadas. Según la versión que dio Miguel Ricart en su primera declaración, las menores fueron asesinadas de un disparo en aquel lugar pero sospechosamente nunca se llegaron a encontrar restos de sangre.