Negligencia médica
Indemnizan a una familia por la muerte de un niño de 15 años al que no le hicieron las pruebas necesarias
La Justicia ordena indemnizar a la familia de un menor de 15 años que falleció tras caerse de la bicicleta y al que no le realizaron las pruebas necesarias.
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El calvario de Candelaria comenzó el 2 de marzo de 2012 cuando su hijo Diego se cayó de la bicicleta. Había salido con sus amigos, se le rompió la cadena y se clavó el manillar en el abdomen, aunque los daños visibles fueron los que primero llamaron su atención. Acudieron a Urgencias, donde le curaron las heridas de las piernas, que tenía completamente magulladas. En ese momento, los médicos solo le dijeron que tenía una rotura fibrilar y no le hicieron ninguna otra prueba ni una sola radiografía. Tras una breve y superficial exploración, fue dado de alta.
En los días posteriores llegaron a acudir al médico de cabecera hasta en dos ocasiones más porque el niño, de 15 años, sentía dolor y malestar general. Tampoco le hicieron exploración más allá de las rodillas y las piernas, a pesar de la insistencia y preocupación de Candelaria porque su hijo se encontraba peor y quería que se descartaran otras lesiones internas.
Once días después, Diego, de manera inesperada, perdió la conciencia y falleció sin que los médicos pudieran hacer nada por él.
La autopsia determinó que Diego falleció a causa de un shock hemorrágico por lesiones que presentaba en su zona abdominal. En dicho informe se recoge que “se trata de una muerte violenta cuya causa fundamental es un cuadro de politraumatismo con traumatismo en extremidades inferiores, cadera izquierda y hemiabdomen izquierdo con contusión del bazo”.
"Una prueba diagnóstica podría haber evitado el triste desenlace"
Según la sentencia judicial “es indudable que el menor necesitaba una exploración más detallada y pruebas complementarias que pudieran determinar el verdadero alcance de las lesiones”.
El juez asegura que la actuación de los médicos supuso un daño y una consecuencia que, en caso de que se hubieran tomado las medidas adecuadas, “hubiera podido, con toda probabilidad, haber salvado la vida de Diego”.
La sentencia concluye que esta negligencia privó al menor de la posibilidad de haber salvado su vida. No le imputa a los facultativos y al servicio canario de salud el daño de la muerte, pero sí la privación de oportunidades por no haberle realizado ninguna prueba, máxime tratándose de un menor.
Un calvario desde hace diez años
Estos diez años han supuesto un verdadero calvario para la familia de Diego. De hecho, Candelaria ha sufrido problemas psiquiátricos que le han impedido realizar su vida con normalidad. Y, aunque no pueden reponer en modo alguno la pérdida de su hijo, quieren hacer público su caso para evitar que hechos así vuelvan a ocurrir.
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