Durante 11 años Inma vivió la violencia en su casa. Cuenta que su padre maltrataba a su madre y ella era testigo de esas situaciones. Ahora tiene 18 años, es otra mujer y ha reunido fuerzas para relatar lo que sienten los menores que conviven, a diario, con el agresor.
Inma tuvo una infancia muy difícil, no tuvo una niñez como la de cualquier otro niño. Desde muy pequeña fue testigo de los malos tratos de su padre a su madre. Esto le obligó a madurar de prisa: "Tenía que preocuparme por mí, por mi hermana y por mi madre".
"Tienes que controlar las palabras, no hacer nada, molestar lo mínimo posible. Otra vez tuvimos que encerrarnos en el coche y él aporreó las ventanas", son algunos de los episodios que recuerda de esos años de dolor, miedo e incertidumbre. La violencia casi siempre iba dirigida hacia su madre, pero ella tiene claro que “aunque no hubiera maltrato hacia nosotras, que le esté haciendo eso a mi madre que es lo que más quiero…”, explica.
Inma relata que llegó a normalizar, en cierto modo, lo que pasaba: "Yo sabía que lo que había en mi casa no era normal pero era lo único que conocía". Y continúa: "No entendía por qué a nosotras. Nadie se merece vivir algo así". Éste último es precisamente el motivo que le ha llevado a contar su historia. Los menores que conviven a diario con el agresor son las otras víctimas, a veces olvidadas, de la Violencia de Género. Según los expertos, están constantemente en alerta y en un ambiente de terror, y eso les puede generar secuelas de por vida.
Lo sabe bien Inma, que ahora tiene 18 años y es una mujer muy diferente. Le ha costado llegar hasta ahí pero cree que se puede. Aún así, le cuesta olvidar. Y tiene muy presentes las cicatrices que le han dejado esos años: "No dormir, problemas a la hora de relacionarte con la gente, la alimentación...", es solo un resumen, explica.
Ahora mismo, en España, más de 4.000 menores están en una situación de vulnerabilidad por Violencia de Género. Inma espera que se ayude a todos esos niños para que puedan recuperar, lo antes posible, lo que considera que a ella le ha faltado durante todos esos años: “La libertad, creo que es lo que más nos ha quitado”, concluye.