Antonio Casado, el sacerdote de la parroquia de Vejer, en Cádiz, está siendo investigado por apropiación indebida.
Trabajó de misionero en Guinea y allí gastó la herencia familiar para adoptar a un niño que se trajo a España cuando regresó.
El pasado mes de agosto el Obispado de Cádiz decidió apartarle del cargo cuando acudió para contar que le estaban amenazando con matar al niño si no pagaba dinero.
Según los feligreses el sacerdote está viviendo de la caridad en otro pueblo. Mientras la investigación sigue abierta y el juzgado ha declarado el secreto del sumario.