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SE SALVÓ DE LA TRAGEDIA AÉREA
Josep Flaqué relata su experiencia: "De milagro no cogí el vuelo a Düsseldorf"
El empresario Josep Flaqué es un superviviente. A lo largo de sus 53 años de vida ha sufrido algún que otro percance en la montaña y también se salvó tras un gravísimo accidente de tráfico. Y el martes, a pesar de tener billete reservado, no acabó subiendo al avión siniestrado de Germanwings. Tuvo que llevar el coche al taller y eso le complicó el viaje entre Reus y el aeropuerto por lo que terminó cambiando a última hora el billete.
Flaqué, natural de Igualada (Barcelona) pero residente en Reus (Tarragona), ha explicado que una serie de circunstancias se cruzaron en su camino para no acabar ocupando un asiento del vuelo 4U 9525, entre ellas, que alguien le rompiera el vidrio del coche el domingo y lo tuviera en el taller. Este emprendedor, dedicado a la comercialización del textil, advierte que tenía una reunión en Düsseldorf el martes y con su agencia de viajes habitual había reservado billete para el vuelo que despegaba a las 09.25 horas de El Prat, pero el lunes estuvo trabajando hasta las dos de la madrugada; como no tenía su vehículo, "todo se complicaba para el viaje entre Reus y el aeropuerto".
"Todavía hoy no sé por qué no cogí este vuelo. De milagro no lo cogí. Pero como terminé muy tarde de trabajar el día anterior, no tenía coche; hasta por la tarde no tenía que estar en Düsseldorf y acabé cambiando la hora del billete y compré uno para el vuelo 4U 9529". Al final, reconoce, deberá acabar dando las gracias a quien le rompió el cristal de su vehículo, porque, "a pesar del berrinche que tuve el domingo, al final pensar que ir de Reus al aeropuerto en transporte público era más complicado contribuyó a que hiciera los cambios de aviones". Asimismo, recuerda que tuvo conocimiento del accidente gracias a la persona de la agencia de viajes con la que trata a menudo, que le envió un whatsapp con la noticia sobre el siniestro y le señalaba que, de no haber efectuado un cambio a última hora, él se encontraría entre las víctimas. "¡Pues hemos vuelto a nacer!", pulsó Flaqué en su teléfono móvil y decidió que, igualmente, debía desplazarse hasta El Prat para volar por la tarde hasta la ciudad alemana.
Sus más allegados le pedían que no lo hiciera, pero "las probabilidades de que volviera a pasar algo parecido son imposibles. Olvídate", asegura. Y se plantó en el aeropuerto, después hizo cola para embarcar y llegó hasta el módulo 3, puerta 31, pero, como el vuelo se retrasaba, decidió a las 20.30 horas regresar a su casa del Baix Camp, adonde llegó pasadas las once de la noche. Su esposa, confiesa, le dice que, con todo lo que le ha pasado a lo largo de su vida, debería estar preocupado. "Pero no, lo que tengo es que estar muy contento, porque no estaba en ese avión".
A la vez, él, que no para de viajar -hoy está en Córdoba- y la próxima semana estará en Viena, considera que "las probabilidades de que algo parecido ocurra son ínfimas; ahora bien, hay que saber qué ha ocurrido exactamente y si ha habido un fallo técnico, un fallo humano o un problema con algún loco, porque esto es una tragedia enorme".
Experto alpinista, corredor de ultratriatlones, Flaqué cree que en la vida "todos estamos expuestos y, aunque no estemos preparados, un día u otro todos moriremos", por lo que el accidente no modificará sus planes de futuro, sus idas y venidas entre sus obligaciones en Reus y sus compromisos en el resto del mundo. Otras personas que cambiaron sus planes a última hora y no subieron al avión siniestrado fueron Claudia Vásquez y Deyanira Calvo, quienes desde Brasil y Barcelona, respectivamente, también se preguntan, según informa La Vanguardia, por qué caprichos del destino hoy están vivas.
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