Anorexia

Una joven con anorexia nerviosa, en huelga de hambre para pedir un centro especializado en Tenerife: "No voy a parar"

Sufre un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) desde que tenía doce años y ha pasado ya por varios ingresos hospitalarios sin que hayan solucionado sus problemas.

Una joven con anorexia nerviosa: "Llegué a tomarme 20 laxantes"

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Se llama Vanessa Abreu y con 24 años ya ha sufrido varios ingresos hospitalarios por la anorexia nerviosa que sufre desde los doce. El más grave fue después del confinamiento por la pandemia, cuando llegó a estar ingresada cuatro meses en el Hospital Universitario de Canarias, aunque no sirvió para terminar con sus problemas. Después de eso ha estado hospitalizada otras cinco veces.

"Desde el año pasado no he estado un mes completo en mi casa, han sido ingresos constantes en la unidad de psiquiatría", cuenta.

El jueves pasado decidió que ya no aguantaba más y comenzó una huelga de hambre. "Es la única manera que tengo de presionar para conseguir que haya un centro especializado en Canarias para atender a personas que, como yo, sufren estos problemas", asegura

Una buena noticia, con sabor agridulce

Hoy ha recibido la noticia de que la admiten en un centro especializado de Barcelona, pero para Vanessa no es suficiente, porque como ella hay muchas otras personas en Canarias que sufren TCA y que no tienen tratamientos específicos para tratarlos. Por eso ha decidido continuar con la huelga de hambre hasta que haya un compromiso de las instituciones para poner en marcha en las islas un centro donde se atiendan estos trastornos de conducta alimentaria.

"El problema está en que en el hospital no hay tratamientos especializados para estas enfermedades y tampoco tenemos apoyo psicológico constante", asegura Vanessa. "Aquí te ingresan en una planta de psiquiatría con enfermos de otro tipo, no te enseñan a comer ni a relacionarte con la comida y cuando mejoramos un poco, volvemos a casa y vuelve otra vez la pesadilla", indica.

En Canarias solo hay un centro especializado pero se trata de un establecimiento privado que no todos los pacientes pueden pagar, a pesar de que este tipo de trastornos son cada vez más frecuentes, sobre todo entre los más jóvenes. Solo en 2021 y solo en la unidad del Hospital Universitario de Canarias atendieron más de 2.000 consultas.

Anorexia nerviosa: una pesadilla que nunca acaba

"Llegué a tomarme 20 laxantes"

Hoy Vanessa pesa 36 kilos, está en el peor momento psicológico y físico, también en parte a causa de la huelga de hambre que mantiene desde hace seis días. Su relación con la comida nunca fue buena y la señal de alerta le llegó a los 14 años cuando sufrió un ataque de pánico al entrar al instituto. La llevaron al psicólogo que la derivó al hospital donde le diagnosticaron que sufría un trastorno de la conducta alimentaria, también conocido como anorexia nerviosa. Había empezado a medir cada gramo de lo que comía y a retirar alimentos que le podían hacer subir de peso como los hidratos de carbono, las grasas o los azúcares. De ahí pronto paso a purgarse.

"Llegué a tomarme hasta 20 laxantes al mismo tiempo porque mi cabeza me decía que había comido demasiado", relata.

Su madre la escucha con tristeza y preocupación porque poco puede hacer por ella. "Para ella la comida es como un enemigo. Me obliga a esconderle cosas como las galletas porque tiene miedo a verlas y a comerse varios paquetes de una vez y eso supone un calvario muy peligroso. Ha llegado incluso a autolesionarse porque odia su cuerpo cuando come", asegura.

A pesar de la compleja situación que vive, Vanessa asegura que el deporte la ha salvado en muchas ocasiones. Deportista desde los dos años, ha practicado ballet, kárate y ahora fútbol a nivel profesional porque juega en la cantera del CD Tenerife. “Cuando estoy jugando al fútbol me olvido de todo, de medir alimentos, de lo que he comido, de lo que mi cabeza me dice, para mí es un bálsamo”.

Este tipo de trastornos alimentarios son cada vez más frecuentes, especialmente entre los jóvenes. Por eso Vanessa pide a las autoridades que la escuchen y creen un centro público en Canarias donde atiendan estas patologías de manera integral y poder así salvar a otras personas que como ella, piden ayuda a gritos cada día.

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