"Nunca me expresé en esta fecha porque no lo sentí así y porque, por ley, no soy víctima de violencia de género". Así empieza el comunicado que Rocío Viéitez ha hecho público hoy a través de las redes sociales. Unas líneas escritas desde el dolor de quien ha perdido dos hijas de la manera más atroz, pero también desde la fuerza y la valentía de quien quiere alzar la voz para que cambien las cosas.
David Oubel, fue el primer condenado a la prisión permanente revisable en España. Asesinó a sus dos hijas en julio de 2015 en Moraña, Pontevedra. Hoy, 25 de noviembre, Día Internacional Contra la Violencia de Género, Rocío Viéitez ha alzado la voz para explicar la situación en la que se encuentra y las dificultades a las que se ha tenido que hacer frente, más allá de la más dura de todas; vivir tras haber perdido a sus hijas.
"Las madres y padres de los niños y niñas asesinados no tenemos ni nombre que nos defina, somos huérfanos y huérfanas de hijos e hijas. Y nos acordamos de esos pequeños en vida para mantenernos respirando". Rocío relata con dureza lo que ha tenido que vivir estos años.
"A lo largo de cinco años conocí a madres rotas, fuertes, pero dañadas de por vida. Y no termina con la pérdida brutal, execrable de nuestros úteros. Sigue después. Costas de juicios que pagas tú, deudas de malnacidos y malnacidas que te exigen a ti". Con su relato explica lo duro que resulta tener que luchar con cuestiones legales, administrativas, burocráticas, además de estar viviendo la peor situación a la que se puede tener que enfrentar una persona.
La condena a David Oubel establece que tiene que pagar 300.000 euros en concepto de responsabilidad civil, pero ella es consciente de que en la vida los percibirá "porque solo tenía deudas". Ha tenido que afrontar las costas de su abogado, 25.000 euros. Y por si no fuera suficiente, le reclaman los 130.000 euros de la hipoteca donde su exmarido mató a sus hijas, a pesar de que tras el divorcio fue él quien se quedó con la vivienda, "yo debe abonar como parte solvente aunque no sea dueña de la misma, ya que a ley hipotecaria es Dios en este mundo".
Son muchas las mujeres que, como ella, se encuentran en esta situación. "Muchas otras, sin hijos, sin futuro, años después recibiendo palos legales, algunas sin poder trabajar porque no levanta cabeza, adictas a los antidepresivos para vivir la supervivencia. Nosotras tenemos tatuada la violencia de género en la piel y ni somos víctimas".
Un grito desesperado para ponerle voz a "los silenciados". Un grito que hace público hoy, Día Internacional contra la Violencia de Género, para reclamar con urgencia cambios legales.