El balneario de Lanjarón, en Granada, se ha convertido en el primer recinto termal que suma a su servicios un 'bootcamp', un campamento de entrenamiento militar para civiles, conocidos también como "de castigo", para adelgazar, recuperar el tono físico o entrenar para retos de resistencia. Las instalaciones del balneario de Lanjarón evocan un descanso placentero hasta que suena la diana a las siete de la mañana y el sueño se trunca en poco menos que una pesadilla.
Al menos para los asistentes a los 'bootcamp', una moda importada de Estados Unidos y Canadá que ofrece entrenamientos militares adaptados a los civiles que quieren retar su aguante físico o perder unos cuantos kilos. Lanjarón ha sumado a sus servicios esta disciplina, que desarrolla de la mano del Campamento Asgard, liderado por Antonio Cabezuelo, un militar formado en operaciones especiales dispuesto a poner a sus usuarios a una dura disciplina castrense.
La batalla contra los kilos se inicia a las siete de la mañana con un simulado toque de diana de corneta, un desayuno compuesto por zumos naturales y chupitos de aguas termales, y el reto de llevar el esfuerzo físico al límite. Flexiones, dieta, órdenes y agujetas componen el programa de estos campamentos de Asgard, que tiene entre sus profesionales a exmilitares y militares aún en activo, licenciados en INEF, expertos en artes marciales y personal médico encargado de detallar la dieta necesaria para abandonar Lanjarón ligeros de equipaje.
Moda importada de Estados Unidos y Canadá
El balneario granadino, donde se alojan los usuarios del 'bootcamp', ayuda en la batalla contra la báscula con comida ecológica certificada y una porción de mimos. "Queremos que los campamentos sean un punto de inflexión en la manera que tiene el cliente de relacionarse con su cuerpo, con la actividad física y la nutrición. El sacrificio les enseña que pueden alcanzar sus metas", ha explicado el director de Asgard, Antonio Cabezuelo.
Los campamentos, de tres o siete días de duración, dedican las tardes a relajar el tono con sesiones de pilates o "chi kung", boxeo al aire libre y excursiones por parajes de Sierra Nevada para escalar o hacer barranquismo, porque las siestas son para cobardes. La recompensa al esfuerzo llega cuando cae el sol, ya que el balneario remedia el cansancio con una hora de balneoterapia que incluye una inmersión en una bañera de mármol con agua templada del manantial Salado, una sauna húmeda de carbón y baños fríos.
El postre a esta dieta militar lo ofrece la ducha "vichy", que combina el masaje manual con el de chorros de agua con diferente presión. "El balneario aporta al campamento tres elementos fundamentales, que son el servicio médico, la restauración con una dieta específica y la relajación después del duro entrenamiento", ha explicado el director del balneario, Luis Espínola.