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ECHAN PAJA SOBRE EL SUELO QUEMADO

Las fuertes lluvias podrían arrastrar las cenizas de los incendios en Galicia al mar y contaminar el agua

Los daños causados por los incendios en Galicia podrían agravarse si el otoño trae lluvias intensas pues el agua llevaría las cenizas hasta el mar, algo que ya ocurrió en el año 2006 y que provocó considerables perjuicios medioambientales y económicos.

Tras la ola de incendios que ha asolado más de 35.000 hectáreas en Galicia, toca ahora coordinar con cautela una estrategia para la correcta regeneración del suelo abrasado por el paso de las llamas y evitar que las cenizas puedan contaminar el agua de ríos y arroyos.

En este sentido, el profesor de Ciencias del Suelo de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), Agustín Merino, expone que "estamos en un momento crítico", dado que ha desaparecido la vegetación que protege el suelo justo en un escenario muy complicado "porque los incendios han ocurrido en una época del año muy crítica, que es cerca del invierno".

"En este momento, la regeneración natural no va a ser tan rápida como en otras ocasiones", explica en una entrevista, ya que no hay casi tiempo para que las "temperaturas suaves" del otoño permitan el surgimiento de nueva vegetación que con el frío invernal es incapaz de crecer.

Aun así, Merino indica que "no todos los terrenos que han sufrido la desgracia de los incendios tienen el mismo grado de afectación" y que, en algunos, "no es preciso hacer una restauración porque, si bien puede haber quemado la vegetación en muchas ocasiones, puede que el suelo no se haya deteriorado".

"Es importante que ese diagnóstico lo hagan los especialistas", añade, puesto que "no se pueden aplicar las mismas técnicas a todos los suelos" y se debe además coordinar todas las medidas a tomar por parte de "las autoridades competentes".

Para ello, ha informado de que la Xunta ha elaborado una estrategia "trabajada por el centro de investigaciones de Lourizán", en colaboración con la USC, para trazar todo el proceso de restauración de forma coordinada.

Entre las actuaciones a seguir se incluye, por ejemplo, la de echar paja sobre los terrenos quemados para evitar corrimientos de tierra que vayan a dar a las corrientes fluviales con los restos de los incendios y para asegurar la regeneración.

Merino ha recomendado, asimismo, tener cuidado con la reforestación a través de la plantación de semillas, ya que aunque "pueden, en un momento dado, ser beneficiosas porque fijan el suelo", también tienen efectos nocivos como el desplazamiento de la vegetación autóctona, "que es la que realmente protege al suelo".

Del mismo modo, pide cautela a la hora de dejar que los animales pasten sobre el terreno quemado, ya que el peso del ganado "repercute negativamente" en el suelo debilitado.

Estos dos últimos consejos tiene que ver también con las declaraciones de miembros del ayuntamiento lucense de Cervantes, donde las llamas devoraron numeroso terreno de bosque de frondosas, dado que piden "calma" a los voluntarios que quieren desplazarse a la zona y participar en las labores de repoblación e incluso a llevar semillas para replantar el territorio quemado.

Óscar Dorado, ingeniero de Montes que trabaja en el Ayuntamiento de Cervantes como técnico de empleo y desarrollo local, concreta que en "un terreno que acaba de arder", y además en zonas de "gran pendiente", como hay en Os Ancares, la acumulación de gente puede provocar una mayor erosión del suelo e incluso situaciones de "peligro", porque la vegetación quemada era la que evitaba corrimientos de tierra y piedras.

Asimismo, recuerda que no se deben tirar semillas en una zona como la que se quemó en los últimos días "sin la supervisión de la Consellería o de alguien que realmente sepa lo que hace" y conozca el ecosistema de Os Ancares, porque puede estar introduciendo plantas "invasoras" que se conviertan en una auténtica "epidemia".

Pese a todo, agradece la "buena voluntad" de la gente dispuesta a colaborar, procedentes de lugares tan distantes como Madrid o Ciudad Real.

El colectivo ecologista Greenpeace también ha hecho públicas una serie de recomendaciones para evitar la contaminación del agua de arroyos y ríos con el conocido como 'chapapote de monte', restos de ceniza que llegan al cauce empujados por la lluvia.

En un comunicado, la organización pide que se adopten "medidas urgentes" tendentes a proteger el suelo calcinado de los bosques que se centren en frenar los procesos erosivos actuales y en controlar las posibles avenidas, para favorecer después la regeneración natural de la cubierta vegetal.

Para ello, aconseja Greenpeace levantar pequeños diques perpendiculares a las pendientes para frenar los arrastres de agua, así como construcciones provisionales en las corrientes fluviales para que no lleguen sedimentos ni cenizas.

A medio plazo, esta organización ha pedido "dar tiempo al bosque" en su capacidad de regeneración antes de evaluar las medidas necesarias a adoptar para recuperar el ecosistema, como la siembra, el acotado al ganado o la repoblación, esta última "nunca antes de comprobar cómo evoluciona la superficie quemada y se abre paso la regeneración natural de las especies".

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