Después de la noche más esperada para los niños, posiblemente la que aguardan con más ilusión y también nerviosismo, llega una mañana llega de regalos. Hace días los pequeños de la casa escribieron sus cartas a sus Majestades de Oriente, en muchas ocasiones largas listas de deseos, pero que algunos de ellos se harán realidad.
Es el momento en el que se plantean si han sido buenos y ultiman las peticiones, ya sea por carta o en persona. Ese momento de dar la misiva a los pajes reales es uno de los de más nerviosimo. Muchas veces no se acuerdan de pedirles todo lo que quieren. Pero no pasa nada, porque ellos, los Reyes, lo saben y lo ven todo.
Las casas se llenan de magia e ilusión. Junto al árbol de Navidad hay quien coloca los zapatos de la familia para que sepan dónde y a quién dejarles los regalos.
Después de un recorrido tan largo a lo largo del mundo, es bueno dejarles proteínas para que puedan continuar su camino. En algunas casas dejan grandes boles de agua, pues los camellos llegan sedientos, y para los tres de Oriente bien leche o vino.
Una noche casi en vela para muchos niños y mayores, que al despertarse han encontrado junto al árbol los regalos que pidieron por carta a Sus Majestades.
