Tras 22 años de lucha en los tribunales cerrados con una indemnización de más de un millón de euros, la madre de Antonio Meño, que quedó en 1989 en coma vegetativo tras ser sometido a una intervención quirúrgica cuando tenía 21 años, ha asegurado este viernes en Espejo Público que "con dinero se puede matar a una familia".
Juana Ortega, pese a aceptar ayer un acuerdo que servirá asegurar el futuro de su hijo, no acepta que el anestesista no se haya sentado en el banquillo. "Los culpables se van de rositas", ha lamentado Juana, que declaró que "en España se demuestra que no hay justicia".
"Clávame la espada en la espalda", es lo que asegura que hizo ayer aceptando que los que provocaron la enfermedad de su hijo no se sienten finalmente en el banquillo. Lo ha hecho, asegura, por consejo de su abogado. Pero ayer "fue el momento más duro" en los últimos 22 años.
Juana Ortega, que en 2009 fue condenada por el Tribunal Supremo a pagar 400.000 euros en costas, sentencia que revisada un año después hasta el actual acuerdo, no se siente con la conciencia tranquila. "Cuando vea un vecino en la calle voy a tener que agachar la cabeza", ha asegurado.
Y es que siente que el equipo médico cometió una "negligencia grave y con alevosía". "Para mí es un cobarde, ha matado a una familia sin dar la cara", ha declarado en referencia al anestesista de la intervención. Juana, que a partir de ahora podrá dedicarse a su hijo tras la larga batalla, espera que Antonio Meño "no sea consciente de lo que ha pasado".
El acuerdo alcanzado ayer jueves es muy similar a la primera sentencia de 1993, cuando la Justicia obligó a la aseguradora a indemnizar a Antonio Meño con 172 millones de pesetas, más de un millón de euros.