Coronavirus
Las manos de un anestesista italiano que muestran la dureza del coronavirus
Salvatore Quarta, anestesista en Le Scotte, compartió una foto de sus agrietadas manos y se viralizó en cuestión de minutos. En ella se muestran sus manos tras horas con tres o cuatro capas de guantes durante horas , "sentí irritación en mi mano pero no podía quitarme los guantes".
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Las manos de un anestesista italiano que muestran la dureza del coronavirus
Salvatore Quarta, anestesista en Le Scotte, compartió una foto de sus agrietadas manos y se viralizó en cuestión de minutos. En ella se muestran sus manos tras horas con tres o cuatro capas de guantes durante horas , "sentí irritación en mi mano pero no podía quitarme los guantes".
Una imagen de unas manos de ha vuelto viral, pero no han sido unas manos cualquiera. Manos muy ásperas, secas, agrietadas. Como las de una persona mayor, pero son las de un hombre de 48 años. Esas manos son el resultado de estar durante horas con tres o cuatro pares de guantes en la batalla del coronavirus.
La dureza de la situación, del compromiso de los médicos, plasmada en una entrañable imagen. Son las manos de Salvatore Quarta, anestesista en Le Scotte, compartió una foto de ellas y se viralizó en cuestión de minutos. Un caso como este fue el de Alessia Bonari, enfermera de Grossetto que mostró sus heridas en el rostro por las protecciones que llevaba durante horas en un pabellón de covid.
Quarta, de Salento, y que trabaja desde hace 16 años en Le Scotte como anestesista, declaraba que "si hubiera imaginado que se volvería viral, me lo habría guardado para mí. Soy particularmente tímido por naturaleza". Además añadió que "la empresa está siempre al lado de sus profesionales y hay muchos pequeños 'Quarta' que trabajan todos los días para abordar esta emergencia todos juntos. Los números aumentan, las necesidades de atención aumentan y el hospital siempre está cerca de los profesionales, mejorando los recursos según sea necesario porque nadie está solo, se hace equipo internamente y las relaciones del sistema externamente ".
El anestesista respondió a algunas preguntas como ¿qué mensaje enviarías a los ciudadanos para que sean responsables?, respondió que "estamos al final del túnel, vemos la luz. Sin embargo, se encuentra en lo alto de una pendiente. Así que todavía queda trabajo por hacer, pero estamos alcanzando la meta. Aquí, el sentido de esta imagen es un llamado a la responsabilidad de todos ".
Otra de las pregunta realizadas al anestesista fue ¿cuál fue el momento más delicado en la zona de Covid?. Delicadamente el respondió que "muchos y viven todos los días. Pero yo diría al tomar la decisión de intubar a un paciente. Porque nos encontramos ante personas que, hasta el final, relatan sentirse bien, compensan bien su respiración. Luego está la fase en la que no lo consiguen. Es necesario actuar antes de que se agoten los recursos físicos para optimizar las distintas terapias. Se establece un doble vínculo con el hospitalizado entre tú que prometes que saldrá y el paciente que confía en ti. Confianza y empatía, profesionalidad: los compañeros son muy buenos".
Además, ha contando cómo fue el proceso íntegro para que sus manos estuvieran así de agrietadas y contestó que "durante mi servicio en la sala de Covid, sentí irritación en mi mano pero no podía quitarme los guantes. Lentamente, enjuagándolo, mejoró. El día después de la idea de esa foto. Secando la piel, me recordó a las manos de mi padre cuando regresaba del campo. Una referencia sentimental, por tanto. Y luego quería decirte que incluso las manos de los médicos, en el imaginario colectivo como debe estar bien cuidado y no familiarizado con los surcos, pueden llevar las mismas marcas que los que realizan trabajos manuales. Prueba la fatiga de aquellos que nunca retroceden en esta batalla. La regla es usar tres pares de guantes esterilizados, a veces incluso cuatro. No es fácil trabajar así, con casco, mono y todas las debidas precauciones que el hospital nunca nos ha hecho perder, consiguiendo, desde el inicio de la pandemia, en pocos días organizarse de forma funcional".
Finalmente se le preguntó sobre su opinión cuando veía a gente en reunida en plazas sin mascarillas, a lo que de manera muy clara respondió que "tengo una hija de 15 años que ha dejado de ser adolescente. Entiendo la necesidad de que los jóvenes escapen. Pero al ver esas imágenes me sentí muy amargado por la desobediencia cívica ante la situación que se ha presentado "
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