Máquinas expendedoras

Una máquina expendedora de flores causa furor en Santiago

En el primer fin de semana de funcionamiento ya ha vendido 12 ramos. Su expositor llama la atención a todo el que pasa por delante y en las redes el éxito es total.

Nunca sabes cuando te puede hacer falta un ramo de flores. Con flores se dan las noticias más felices y se digieren las más complicadas. Con ellas alegramos una celebración y endulzamos una despedida. Pedimos perdón o damos la enhorabuena. En definitiva, con ellas reímos y lloramos y esas cosas no entienden de horarios ni festivos.

Por ello la Floristería Lilas, en Santiago de Compostela, ha decidido instalar una máquina expendedora de flores. Una máquina que permite que su negocio esté abierto las 24 horas del día. Como la vida misma. Y es que las cosas importantes no siempre suceden en horario comercial.

La apuesta ha tenido tal acogida que en el primer fin de semana han vendido 12 ramos. Algunos fantaseamos ya con el destino de esas flores. ¿Una declaración de amor improvisada de madrugada? ¿Un cumpleaños olvidado en domingo? Ese es otro tema…

El precio no se incrementa

Lo cierto es que esta máquina expendedora toma ejemplo de otra instalada en Pontevedra, y parece ser que son las dos únicas que existen en España. El aparato en sí es una cámara frigorífica que hace que las flores se mantengan en perfecto estado, y el precio no se incrementa con respecto al que habitualmente tienen en la floristería. En decir, todo ventajas.

Por el momento la experiencia está siendo más que positiva, y todo el que pasa por delante en la calle República Argentina, en pleno centro de Santiago, cuando menos echa un ojo. La calle, de eso no hay duda, ha ganado en colorido.

La idea es poder aumentar la oferta según la época del año y las posibilidades. Ofrecer otro tipo de composiciones y tener más variedad, siempre que la respuesta del público es positiva.

Por el momento, esos 12 ramos que se han vendido en las primeras horas de contacto con el público demuestran que nicho de mercado sí que hay. Y es que parece que los jóvenes se animan a las flores y las plantas, cada vez más.