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Violencia de género

María, víctima de violencia de género: “No me dejaba salir, ir con mis amigas o tener móvil. El móvil era para los dos”

La violencia psicológica de control crece entre los jóvenes. María tiene 18 años y buena parte de su adolescencia la sufrió. El chico con el que compartía su vida vigilaba todos sus movimientos, coartaba su libertad y llegó a agredirla físicamente. Hoy está recuperada y nos cuenta su historia para ayudar a otras mujeres en esta situación.

María era muy joven cuando empezó su relación. Al principio todo iba bien pero pronto empezó un infierno para ella. “Al año y medio empezó todo: los celos, las peleas, las discusiones… que si me gustaba irme con chicos, celos por todo”, es lo que recuerda de unos años que fueron a peor: “ya no me dejaba salir, ir con mis amigas o tener móvil. El móvil era para los dos”. Su pareja de entonces vigilaba todos sus movimientos, también a través del teléfono. Ella llegó incluso a borrar todas sus redes sociales, y lo hizo por él, “para que no tuviera celos”, afirma.

Su noviazgo duró cuatro años y ese control se convirtió en rutina. También la violencia psicológica, “no solo es pegar, también insultarte, humillarte delante de la gente, reírse de ti”, explica María, que hace hincapié en que el maltrato no solo son golpes. Aunque en su caso, también los recibió: “discutir, pegar, era una cosa normalizada”. Tan normalizada que formaba parte de su día a día y ella lo interiorizó, “yo al principio no veía nada, solo quería estar con él. Al principio no me daba cuenta de las cosas y lo veía normal”, cuenta.

Se sentía completamente anulada, apenas tenía vida ni ganas de tenerla. “Yo me sentía muy mal, quería que llegara la noche para dormirme y no volver a levantarme”, recuerda.

Un día todo cambió y empezó a abrir los ojos. A pesar de sentir esa soledad y de pensar que nadie la entendería, María se apoyó en una de sus amigas, que a día de hoy conserva. Le contó la situación por la que estaba pasando y decidió acudir al Centro Mujer: “Me ayudaron y me hicieron ver las cosas y cómo eran los maltratadores. Me he dado cuenta de muchas cosas”.

La historia de María refleja una realidad que viven muchas chicas, sobre todo jóvenes, en nuestro país. Su caso fue aún más difícil porque su madre sufrió violencia de género cuando ella era pequeña y fue testigo de todo.

Está en el proyecto 'Juntes' de Cruz Roja donde recibe ayuda profesional. Tiene 18 años y ahora es fuerte, con aspiraciones y está feliz. Había dejado el colegio por su pareja y ha vuelto a estudiar. Quiere prepararse para ser peluquera y antes de afirmar con rotundidad que sí se puede salir y que hay recursos, hace un llamamiento a toda la sociedad. “Hace falta más educación en los colegios”, dice, porque es la base empezar a combatir esta lacra.