Belorado

Las monjas excomulgadas de Belorado tendrían un nuevo líder espiritual y opositor del Papa Francisco: "Es un hereje"

Las ex religiosas se habrían solidarizado con Carlo María Viganò, ex nuncio apostólico, que podría ser excomulgado por su radical oposición al Papa Francisco.

Carlo María Viganò

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La salida del convento de las Clarisas de Belorado, en Burgos, de Pablo de Rojas y José Ceacero, líderes de la Pía Unión de San Pablo, dejaba a las monjas excomulgadas sin soporte espiritual. "Ahora caminamos libres y solas en defensa de la Fe Católica", rezaba el último comunicado publicado por las ex religiosas en su cuenta de Instagram. Misma plataforma en la que, solo unos días después, elogiaban la figura de Carlo María Viganò, arzobispo italiano de 83 años, que podría ocupar ese vacío espiritual.

El prelado fue nuncio del Vaticano en Estados Unidos durante años, pero se ha convertido en uno de los mayores opositores y críticos del Papa Francisco, al que ha tildado de "hereje" o "tirano".

La semana pasada estaba citado para declarar ante el Vaticano, acusado de un delito de Cisma, pero no se presentó y se enfrentaría ahora a un proceso de excomunión.

Pago de facturas

Las monjas excomulgadas continúan encerradas en el convento de la localidad burgalesa. Solo un ir y venir de repartidores con paquetes de pienso para perros, comida o materias primas para la elaboración de dulces y trufas muestra señales de la vida de las ex religiosas tras los muros del monasterio.

La comisión gestora que se ha hecho cargo del convento sigue pagando las facturas. Fuentes del arzobispado señalan que, en los últimos días, han llegado notificaciones de dos entidades bancarias reclamando el pago de dos créditos. "Uno es de 150.000 euros de la obra de reforma de las cocinas", aclaran.

Cambio de vestimentas

El ministro general de los franciscanos ha instado a las diez ex monjas a que dejen de usar el hábito de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara. En una misiva dirigida al Arzobispado de Burgos, Massimo Fusarelli señala que "ya no son ni clarisas ni religiosas por lo que sería conveniente que dejaran el hábito". Aunque, también reconoce que "duda que lo hagan" porque ya no reconocen la autoridad eclesiástica.

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