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Muere la bebé de 9 meses de la 'influencer' Lauren Cummings: "Nos bendijo cada día y ya nunca seremos los mismos"
Mediante un desgarrador mensaje publicado en sus redes sociales, los padres han compartido el fallecimiento de la pequeña Lily Ann, nacida con una enfermedad genética rara.

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La famosa 'influencer' Lauren Cummings ha comunicado junto con su marido, Wilson Johnson, a través de una publicación conjunta en sus perfiles de Instagram que el pasado 6 de abril su hija, de tan solo 9 meses, había muerto. "Lily Ann se fue con Jesús el domingo 6 de abril. Tenía exactamente 9 meses, 9 meses de ser nuestro milagro, 9 meses de amor, alegría y luz en nuestro hogar y en nuestros corazones", rezaba la publicación. "Los caminos del Señor son más altos y mejores que los nuestros, incluso si no los entendemos. Nos bendijo durante todos los días de los pasados nueve meses y nunca volveremos a ser los mismos", añadían los padres de la bebé.
Aunque la familia no ha dado a conocer las causas de la muerte de la pequeña Lily Ann, los padres habían compartido en los últimos meses que su hija padecía una enfermedad genética rara conocida como Citrulinemia tipo 1, que afecta al metabolismo de las proteínas e impide que el cuerpo elimine el amoniaco que se produce cuando se descomponen las proteínas dentro de nuestro organismo.
Desde el nacimiento del bebé el pasado 6 de julio de 2024, la familia luchó contra esta enfermedad, incluyendo largos periodos de ingreso hospitalario, una intervención para colocarle una sonda gástrica a Lily Ann y meses de cuidados paliativos. "Sabemos que muchos la queríais y rezasteis por ella. Era alegría y luz pura. Siempre dijimos que era un ángel en la vida real", añadían los padres de la pequeña refiriéndose a los seguidores de la pareja. Lauren también ha confesado que continuar con las publicaciones en sus redes sociales está siendo complicado tras la pérdida de su hija.
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Al final del mensaje, los Johnson, una familia muy creyente, citaban al teólogo estadounidense Tim Keller, con una reflexión sobre el sufrimiento y la promesa del reencuentro: "Los deleites más sublimes que hayas vivido en la belleza de un paisaje, en el placer de la comida o en el abrazo de un ser querido no son más que gotas de rocío comparadas con el océano de alegría que será ver a Dios cara a cara".
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