Campamentos de verano

Los nuevos conceptos de campamento: juegan al fútbol con los ojos vendados

Más allá de los tradicionales campamentos de verano, existen otros que son menos conocidos: dedicados a la inclusión de niños con problemas de visión o al aprendizaje de pequeños prodigios de la música de todo el mundo.

Campamentos invidentes

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La ONCE organiza cada verano un campamento en el que niños con problemas de visión conviven durante una semana con otros que no los tienen. Pueden ser amigos, familiares o conocidos de afiliados a la organización. Allí, todo es diferente. Aunque sea un campamento, en el caso de la edición de este año dedicado a los deportes con motivo de los Juegos Olímpicos, las actividades que hacen no tienen nada de parecido a las de los típicos retiros de verano para niños.

Juegan al fútbol con los ojos vendados, para aprender a desarrollar otros sentidos, como el oído. Con una piedra, dan golpes en el lateral de la portería, para que, tanto invidentes como los niños que tienen un antifaz cubriendo sus ojos, puedan situarse y así efectuar el tiro del balón. Como este, adaptan el resto de deportes, pero entre todos los asistentes hay un claro deporte favorito: El 'goalball'.

Se trata del único deporte paralímpico creado específicamente para personas ciegas y con discapacidad visual, en el que dos equipos de tres jugadores se enfrentan en el terreno de juego. Un deporte basado principalmente en el sistema auditivo para detectar la trayectoria de pelota (que lleva cascabeles en su interior) y que requiere de una gran capacidad espacial para conocer dónde hay que estar situado en cada momento para poder interceptar o lanzar la pelota.

Los partidos de 'goalball' tienen una duración de 20 minutos, y la portería 9 metros de ancho. El objetivo es claro: mediante el lanzamiento con la mano del balón, introducirlo en la portería del equipo rival. Todos los participantes llevan antifaces opacos para igualar la visibilidad de todos los participantes.

También disfrutan de la piscina y los juegos

Allí, niños como Bea, que es invidente, lleva dos veranos seguidos disfrutando de una semana diferente en la que conoce y convive con otros niños, y donde además de hacer deporte disfruta de la piscina, los juegos y el ambiente festivo que los campamentos llevan consigo. Un respiro en medio del verano que sirve como aprendizaje para todos: lo más pequeños, los mayores, con y sin problemas de visión. También para los monitores, como es el caso de Gaizka, que también viene por segunda vez a trabajar con estos niños en el campamento. Habla de lo impresionante que es ver como personas invidentes ayudan y enseñan a los que sí pueden ver, el compañerismo, lo que les hace crecer personalmente el ponerse en la piel de los otros...

Y otro campamento que se aleja de lo convencional es el Summer Camp de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, donde más de 100 niños provenientes de 31 países se unen por una pasión común: la música. Incluso desde Australia han venido chicos para poder asistir a este campamento, así nos lo cuenta Florencia Carballo, la coordinadora. Son niños con mucho talento musical, que llevan desde muy pequeños tocando algún instrumento.

Matilde tiene 12 años y es un prodigio del violín. Lleva años viniendo al campamento en Madrid, desde Portugal, para perfeccionar su técnica, y de paso, practicar el inglés y conocer a chicos y chicas de todo el mundo. Se trata de una experiencia multicultural y de un campamento totalmente distinto a lo que se conoce. Otra de las muchas opciones para que aunque sea verano y no haya clase, nunca dejen de aprender.

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