Más de 8.600 establecimientos de la capital francesa deberán adaptar ahora sus terrazas, para lo que disponen de un plazo de dos años, según explicó un portavoz del consistorio que aprobó este lunes la nueva normativa.
Los restauradores tendrán también que retirar las lonas protectoras que conservan la energía de los calefactores, por lo que sus mesas exteriores, únicas aptas para los fumadores, quedarán sin protección del frío, la lluvia o la nieve.
El ayuntamiento propone como medida sustitutoria y ecológica que se distribuyan mantas a los clientes, y recuerda que los sistemas de calefacción eléctricos sí están autorizados. La Unión Patronal de la Industria Hostelera (UPIH) lamentó esta normativa que "obligará a los restauradores a acometer nuevas inversiones", cuatro años después de aprobarse la prohibición de fumar en bares, restaurantes y discotecas.
La UPIH advertió que si se ahuyenta a los fumadores de las terrazas y se les somete a la intemperie, el sector podría "perder entre un 20 y un 30% de su facturación, lo que se traducirá en un aumento de los despidos".
Señaló, asimismo, que piensa pedir al Ayuntamiento la extensión de la moratoria hasta "tres o cuatro años", en lugar de los dos establecidos, para que los comercios afectados por la disminución del consumo debida a la crisis económica, y por la inversión en sus instalaciones provocada por la ley antitabaco, tengan tiempo de recuperarse.
Uno de los numerosos afectados con la normativa, el propietario del céntrico restaurante "Le Pachiderme", Pascal Konc, cuya terraza se calienta exclusivamente mediante estufas integradas en la instalación del local, dijo estar "muy molesto" con la nueva normativa.
"Para mí es una ley anti-fumadores y anti-clientes, pronto los clientes no sabrán qué hacer", protestó Konc, quien hace apenas dos años realizó las obras de acondicionamiento en el exterior de su establecimiento.
El restaurador reconoció que sin duda "hay abusos" en el sector y señaló que las lonas frontales y los calefactores que usan bombonas de butano "son peligrosos" en términos de seguridad. Matizó, sin embargo, que la climatización con gas ciudad no tiene ningún riesgo y que el dióxido de carbono que emite su combustión es "menor que el de un coche o una chimenea".
"Si es así hay que prohibirlo todo: los calefactores, los coches, la electricidad...", apostilló. El propietario recalcó que el coste que conlleva la nueva normativa para cada local no se limita a la instalación de un nuevo sistema de calefacción, sino que implica desmontar el ya existente y estar sujeto a los precios de la electricidad que pueden ser superiores a los del gas.
Dentro del paquete de medidas adoptadas, el consistorio parisiense ha llevado su preocupación por el medioambiente hasta el mobiliario, que deberá estar hecho con materiales que cumplan los criterios de mínimo impacto ecológico. Al respecto, la nueva normativa advierte que "el empleo de materiales que puedan general la emisión de gases tóxicos para el medio ambiente podrá ser rechazado" por los inspectores.