La mitología griega cuenta que Ícaro y Dédalo, presos en una isla, trataron de escapar con unas alas construidas por ellos mismos. Siglos después muchos se jugaron la vida, y algunos la perdieron, fabricando aparatos voladores. Quienes conseguían levantar el vuelo eran tratados como héroes.
Además, hay quienes se conforman con ver los aparatos de cerca y se apostan a pie de pista para hacer fotografías únicas en el momento del despegue y del aterrizaje.
El aeromodelismo es otra alternativa, algo que engancha y que llega a necesitar de un elevado presupuesto. En Tenerife hay una pista 'reglamentaria' con180 metros de largo y diez de ancho para que esos pequeños juguetes puedan aterrizar y despegar en condiciones.