Palomas
El patrimonio de Tarragona, en peligro por los excrementos de paloma
Las heces de las palomas son tan corrosivas que han borrado los rostros de algunas esculturas de los apóstoles de la Catedral. Las palomas también anidan en la muralla romana.
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Las palomas se han adueñado de la fachada principal de la catedral de Tarragona y la están deteriorando. Se posan en la cabeza de los apóstoles o bajo sus túnicas. Sus heces son tan corrosivas que han hecho desaparecer las facciones de algunos rostros, borrando prácticamente sus caras.
Las estatuas de los apóstoles están cubiertas de excrementos y están deteriorando el patrimonio histórico.
Excrementos muy corrosivos
Sus heces provocan una reacción química que disuelve la roca. Nos lo explica Xavier Allué, vocal de la Real Sociedad Arqueológica de Tarragona. "Las deposiciones de las palomas tienen un PH muy ácido y esto reacciona con las piedras calcarías de nuestras construcciones" y añade, "disuelven parte de las piedras, pierden consistencia y se deshacen".
Las aves también han tomado el rosetón de la portada central y buscan recovecos donde anidar. Es fácil encontrarse palomas por la ciudad. Dicen que las palomas comen en el Puerto de Tarragona, uno de los principales de cereales, y duermen en la ciudad. Las vemos en barandillas, ensucian toldos, cornisas y colonizas algunas construcciones vacías.
La muralla romana, otro punto de concentración de las palomas
También dañan el patrimonio de otro modo no solo defecando. Escarban en las superficies y construyen huecos para refugiarse. De hecho, la muralla romana está repleta de huecos donde se alojan. Son rocas milenarias y muy sensibles. "Es difícil gestionar este flujo de palomas", nos explica Allué. "Viven en sitios donde puedan reposar y anidar y nuestro patrimonio con rocas porosas es ideal para ellas", añade.
La acción de las palomas está provocando que algunos monumentos cambien de color, aparezca moho, hongos e incluso haya una pérdida de cohesión de la roca. Para evitar la degradación se instalan redes o pinchos con de momento, poco éxito. Medidas que intentan evitar que sus heces sigan borrando la historia.
Invasión de palomas en un barrio de Lugo
Un problema de altos vuelos es el que tienen los vecinos del barrio de O Castiñeiro, en Lugo. Una de las residentes en la zona, "al menos dos veces al día", da de comer a centenares de palomas. "Tira pienso por el balcón, sin importarte quién pueda estar pasando por la calle, y acuden todos los pájaros. De hecho, muchos ya no se van en todo el día", comenta una afectada.
La imagen sorprende y recuerda a la película de Hitchcock. Los pájaros acuden a la llamada de esta mujer que, desde las ventanas y el balcón del último piso del número 25 de la calle Aquilino Iglesias Alvariño, alimenta a las aves para el fastidio de los vecinos. "No podemos abrir las ventanas porque se cuelan en casa, los cristales hay que limpiarlos varias veces al día y las plumas están por todas partes", explica otro vecino.
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