La semana pasada un avión estuvo a punto de impactar contra un buitre y en 2018 se registraron dos accidentes medianamente serios en los que las aves carroñeras quedaron incrustadas en los motores de dos aviones que tuvieron que aterrizar de emergencia y parte del fuselaje cayó en zonas residenciales muy próximas al aeropuerto de Bilbao.
El mayor problema es que estos animales cruzan durante las maniobras de despegue o aterrizaje, las más críticas de un vuelo. Los pilotos piden una solución para evitar accidentes, que podría pasar por la instalación de radares que detecten a estos buitres, como ya han hecho en los aeropuertos de Ámsterdam y Estambul.
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