Chinches

Una plaga de chinches apestosas se extiende por País Vasco y preocupa a sus vecinos

Se trata de una chinche inofensiva para las personas pero supone un importante incordio para los vecinos de los edificios afectados.

Imagen de archivo de chinches

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Las chinches apestosas se propagan por Bizkaia. Es fácil encontrarlas en los edificios cercanos a parques o montes. Su presencia es especialmente patente en el barrio de Kukullaga de Etxebarri o en el de Cruces en Barakaldo. Aunque también pueden encontrarse en zonas del centro de Bilbao. Especialmente en las que cuentan con una zona verde cerca.

Un vídeo muestra un balcón de Etxebarri, a apenas cinco minutos de Bilbao, en el que se pueden observar hasta seis de estas chinches en la terraza. Una sobre la pared y cinco sobre una cortina. El mismo problema tienen en el barrio de Cruces de Barakaldo. Vanessa nos abre la puerta de su balcón y encontramos hasta cinco de estos insectos. La vecina no puede evitar exclamar: "Qué asco, dios mío".

Lo peor es que a la mínima las chinches se cuelan en casa. Por eso, Yoli, otra vecina, nos cuenta que cada cinco minutos se acerca a mirar a su ventana. "No las puedo soportar", concluye. Luis ha decidido cortar por lo sano y mantiene su balcón totalmente cerrado. Solo mantiene abierta una ventana abierta con la persiana totalmente bajada.

Asegura que si deja un hueco abierto se le cuelan por debajo de la misma y le entran dentro. De hecho, observando muchos edificios de Barakaldo nos encontramos la mayor parte con las ventanas cerradas. El dueño de un bar cercano nos comenta que los vecinos se quejan de encontrárselas dentro de la ropa tendida. Entre los calcetines, los calzoncillos o las camisetas.

Incluso tomar un café en la calle resulta incómodo. Dos vecinas nos comentan que les caen encima de la fachada. Otras llegan volando torpemente hasta posarse sobre ellas.

Las chinches apestosas llegaron al País Vasco en 2018. Vienen de países asiáticos y deben su nombre al mal olor que desprenden cuando se sienten amenazadas o son aplastadas. Por eso conviene no pisarlas. Un vecino de Barakaldo nos comenta que es un olor inaguantable. Otra se pregunta por qué nadie pone remedio, en clara referencia al ayuntamiento de la localidad. Reclaman soluciones para no recibir en sus casas una visita tan desagradable.

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