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Podcast: "Es difícil, pero nada es imposible"

No ha sido fácil pero ha quedado probado que el arma homicida fue una brida, que Abuín sumergió el cuerpo en un pozo y que volvió 20 días después. Lo que queda todavía en el aire es probar la agresión sexual, y por ende, aplicar la prisión permanente revisable. Es difícil, decíamos el primer día, pero nada es imposible.

En resumen
  • Ha sido difícil ver al asesino que se niega a mirar las pantallas en las que se muestra el lugar donde sumergió a Diana y hasta reir en una reconstrucción.
  • Posiblemente lo más complejo en estas dos semanas es entender a José Enrique Abuín, su personalidad sorprendió a los agentes por su "extrema frialdad"
  • No ha sido fácil, pero ha quedado probado que no existió un accidente fortuito, que El Chicle mintió, que formateó su teléfono y que intentó borrar huellas.

“Pido mis más sinceras disculpas al jurado y al magistrado, no pude contener el dolor”. Son las palabras que escribía Juan Carlos Quer en sus redes sociales poco después de que el juez Pantín le expulsase de la sala tras dirigirse directamente a El Chicle y decirle “Podría haber sido tu hija”.

Es difícil de entender que un magistrado obligue a abandonar la Audiencia a quien representa el dolor, a un padre que pierde a su hija de la manera más inhumana, pero también es arduo ejercer de autoridad e instaurar el orden en unas jornadas convulsas, que ahondan en el caos más profundo.

En estos días también fue difícil de digerir para los allí presentes. Un forense encarado con la abogada de la defensa, a la que tutea, mientras ella, altiva, intenta tirar por tierra los resultados de una autopsia. Más propio de un ring de boxeo, pero sucedió. Engorroso, también, para la audiencia, comprender porqué las conclusiones de los 2 análisis practicados en el cuerpo de Diana son tan diferentes. Coinciden en algo, sí, en un examen minucioso de los restos físicos que quedaban de la joven. Pero de nuevo, entre los mejores y mayores profesionales de la medicina legal de toda España, debate en la sala porque "las posibilidades de encontrar ADN eran ínfimas y sería un milagro haber sacado algo de ahí" como decía el forense Fernando Serrulla.

Es difícil creer en los milagros y también en la pseudo ciencia. Por eso llamó la atención la presencia de un grafólogo, que pretende describir la personalidad de alguien a través de la forma de su escritura, llamado por la acusación. Teniendo en cuenta sus letras escuchamos en la sala que Enrique Abuín era un depredador sexual, que volvería a actuar, que era incorregible… En fin. Y el juez le preguntaba "¿Hay alguna cátedra o grado que incluya su especialidad?, respuesta "No, en España no". De nuevo, el juez, implacable, hace constar que todo lo que no sea ciencia en esa sala no tiene validez.

Posiblemente lo más complejo en estas dos semanas es entender a quien nos ocupa, a José Enrique Abuín, a pesar de que José Miguel Hidalgo, Capitán de la UCO, pudiese en menos de 2 horas desgranar todos los detalles de las andanzas de El Chicle aquel 22 de agosto de 2016 y dejaba claro que "creímos que podrían correr peligro terceras personas y se procede a su detención".

Ha sido difícil, estos 15 días, aguantar el tirón, ver al asesino que se niega a mirar las pantallas en las que se muestra el lugar donde él mismo sumergió a Diana, analizarle mientras toma notas quien sabe para qué, observarle, incluso, mientras ríe en un vídeo de la reconstrucción… Ha sido muy difícil soportar, sobre todo para los allegados de la víctima, cada detalle escabroso, cada resto analizado, la llamada que quedó sin completar aquella noche, la falta de empatía del acusado que incluso destacan agentes a los que "sorprendió su frialdad". Lo dijo un agente de criminalística, pero es compartido, posiblemente, por todos los que han pasado por la Audiencia Provincial de A Coruña.

No ha sido fácil pero ha quedado probado que el arma homicida fue una brida, que Abuín sumergió el cuerpo en un pozo, que volvió 20 días después para llevarlo al fondo de ese agujero. No ha sido fácil, pero ha quedado probado que no existió un accidente fortuito, que El Chicle mintió, que formateó su teléfono, que intentó borrar huellas.

Lo que queda todavía en el aire es probar la agresión sexual, y por ende, aplicar la prisión permanente revisable. Es difícil, decíamos el primer día, pero nada es imposible.

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